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POR CASO HERNÁN BERMÚDEZ, SENADOR ADAN AGUSTO: “ESTOY A LA ORDEN”
POR LA REDACCIÓN
PACHUCA, HGO., 18 DE JULIO DE 2025.
En la historia política reciente de México, el nombre de Genaro García Luna ha quedado grabado como un símbolo de los vínculos oscuros entre el poder y el crimen organizado. Su cercanía con el expresidente Felipe Calderón del pan quien fue acusado de omisión, encubrimiento o, incluso, complicidad, y su posterior condena por narcotráfico en Estados Unidos se convirtieron en un emblema de lo que no debe repetirse en la conducción de la seguridad pública.
Hoy la oposición quiere hacer aparecer el caso de la integrante de la” Barredora” como un símil de lo sucedido con García Luna, Desde las filas de Morena, el caso fue ampliamente utilizado para deslegitimar al morenismo y, en particular, al expresidente Andrés Manuel López Obrador y a la actual Presidenta de México Claudia Sheiunbaum, quien ha dicho tope hasta donde tope.
Sin embargo, hoy el oficialismo enfrenta un espejo incómodo.
El caso de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública del estado de Tabasco, ha comenzado a cimbrar los cimientos morenistas, al revelar una situación que, para muchos, tiene ecos preocupantemente similares.
Bermúdez fue designado como secretario de Seguridad de Tabasco en 2019 por Adán Augusto López Hernández, entonces gobernador del estado y actual figura prominente dentro del proyecto político de la 4T.
Durante años, Bermúdez gozó del respaldo absoluto del mandatario tabasqueño, pese a múltiples señalamientos por corrupción, abuso de
poder, y presuntas redes de protección al crimen organizado en la entidad.
Ahora, el exfuncionario está prófugo de la justicia. Sobre él pesa una orden de aprehensión por presuntos vínculos con actividades delictivas y es buscado por la Interpol en más de 190 países. Su caída, aunque abrupta, ha sido interpretada por analistas y opositores como una bomba de tiempo que Morena decidió ignorar durante demasiado tiempo.
La figura de Adán Augusto, uno de los hombres más cercanos al presidente López Obrador y considerado por muchos como un «heredero político», comienza a verse salpicada. Aunque hasta ahora no hay pruebas directas que lo vinculen con delitos cometidos por Bermúdez, sí hay una serie de decisiones y omisiones que generan dudas razonables sobre su criterio y responsabilidad política.
El paralelismo con Calderón es ineludible: ambos designaron como responsables de la seguridad a personajes que, desde antes de sus
nombramientos, ya estaban bajo sospecha. En ambos casos, hubo advertencias. Y en ambos casos, el tiempo terminó por confirmar que algo andaba mal.
Para los críticos del oficialismo, este caso desnuda una doble moral. Morena, que hizo del combate a la corrupción y la “purificación” del sistema su bandera, ahora enfrenta su propio escándalo de seguridad, con ingredientes que recuerdan precisamente lo que más ha criticado.
Es inevitable preguntarse: ¿cuál es la diferencia entre Calderón y Adán Augusto en estos casos? ¿Se aplicarán los mismos estándares de exigencia y rendición de cuentas?
El caso Bermúdez no solo es un problema para Tabasco o para el círculo político de Adán Augusto: es un aviso para todo el proyecto de la Cuarta Transformación. La confianza pública, una de sus principales fortalezas, puede desmoronarse si se percibe que sus líderes están dispuestos a perdonar o minimizar los errores propios que tanto señalaron en otros.
Como en el caso García Luna, el tiempo revelará si hay más responsables, más redes y más complicidades.
Por ahora, la 4T enfrenta una disyuntiva: Es lo que buscaba el presidente de estados unidos primera para entrar al país y señalan que de México quiere el Petróleo y el interoceánico esas son sus miras ya que el canal de Panama ya es insoltestenible, Es innegable que la oposición como en cualquier democracia buscará aprovechar los errores o escándalos del partido en el poder para desgastarlo. El caso Bermúdez es un flanco abierto que, por su gravedad y similitud con situaciones del pasado, se presta para ello.
Sin embargo, hay dos elementos que deben diferenciarse con claridad.
Si Morena y el gobierno quieren evitar que este caso se convierta en una amenaza real, lo mejor que pueden hacer no es minimizarlo ni
buscar culpables externos, sino enfrentar la situación con transparencia, autocrítica y acción inmediata.