El 14 de julio de 1789, el pueblo de Paris asalta La Bastilla, fortaleza medieval, por los descontentos con la monarquía del Rey Luis XVI. Este acto es interpretado en todo el país como la caída del absolutismo y el comienzo de la Revolución Francesa.
La toma de la Bastilla se produjo en París el martes 14 de julio de 1789. A pesar de que la fortaleza medieval conocida como la Bastilla solo custodiaba a siete prisioneros, su caída en manos de los revolucionarios parisinos supuso simbólicamente el fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución francesa.
La rendición de la prisión, símbolo del despotismo de la monarquía francesa, provocó un seísmo social tanto en Francia como en el resto de Europa, llegando sus ecos hasta la lejana Rusia.
Desde 1880, el 14 de julio ha sido el Día Nacional de Francia, pero no para celebrar la toma de la Bastilla en sí, sino para recordar la Fiesta de la Federación de 1790, cuya fecha coincidía a propósito y que celebraba la reconciliación y la unidad de todos los franceses.