La Guelaguetza es la máxima fiesta de Oaxaca, es el don de dar y recibir; una celebración que muestra las expresiones culturales, artísticas, artesanales y gastronómicas de las ocho regiones, que desde 1932 se presentan en el Auditorio Guelaguetza, conocido también como la Rotonda de las Azucenas y que este año se realizará los “Lunes del Cerro” el 22 de julio y 29 de julio 2024.
Mayordomía, calendas, bodas y cultos que transmiten su alegría al grito de ¡Viva la Guelaguetza, Viva Oaxaca! “el Jarabe del Valle, que se bailó por primera vez en 1910, es emblemático de festividades y mayordomías de diversos pueblos zapotecos de Valles Centrales”.
Durante este evento, las diferentes regiones de Oaxaca presentan sus bailes y danzas típicas, mostrando la diversidad cultural de la región.
Los bailes y danzas de la región del Valle son la Danza de la pluma y el Jarabe del Valle. De la Sierra Juárez, los Sones Serranos y el jarabe de la Botella.
De Tuxtepec, la sorprendente Danza “Flor de piña”, con sus más de veinte hermosas mujeres, que bailan energéticamente, hombro con hombro, en una sincronía llena de movimiento y color. De Huautla de Jiménez , los sones mazatecos. Pinotepa Nacional presenta bailables como Las Chilenas, La Malagueña y El Pandero. Putla Villa de Guerrero presenta Sones y Chilenas y el Carnaval putleco. Huajuapan de León presenta el Jarabe mixteco, lleno de movimiento y energía entre una pareja. El Istmo de Tehuantepec presenta La Sandunga y La Tortuga. Ejutla de Crespo presenta El Jarabe Chenteño y El Palomo.
Al cierre de la Guelaguetza, se presenta uno de los bailables más representativos de Oaxaca: la Danza de la Pluma, ejecutado por hombres con grandes penachos coloridos, también muy pesados, que se decoran con pequeños espejos y, en algunos casos, con imágenes religiosas.
Cada región lleva su propia banda de música. Se toca música en vivo durante todo el evento. La mayoría son bandas de viento, y tocan sus piezas mientras los bailarines presentan lo mejor de su región.
Para la comida es tradicional el mole negro que lleva chile chilhuacle negro, chile pasilla, chile ancho, chocolate, almendras, canela, ajonjolí y tomates, “ingredientes que primero se tuestan sobre el comal de barro que se calienta con leña; se llevan al molino para después preparar el mole que se sirve con dos piezas de carne y se acompaña con tortillas de maíz nixtamalizado”.
Entre las bebidas que se disfrutan en Valles Centrales están el agua de horchata con fruta picada y nuez, además del mezcal y el tepache, “una bebida ancestral que incluye piña, pulque, canela y panela; con ella se realiza la bendición del alcohol, un ritual que identifica la fiesta y que se realiza desde hace muchos años”.
“Oaxaca ha vivido cinco siglos de fe, culto y fiesta; hay transformaciones en la forma de vestir y en el actuar de los personajes; destacan los charritos con grandes sombreros y guitarras; las chinas oaxaqueñas con sus blusas de encaje, faldas de fuertes colores, mascadas de seda y trenzas con listones; los sacrificios que son hombres elegantes ataviados con pantalón de casimir holgado, camisa reluciente, saco y sombrero fino o gorro de canoa”.
Durante la máxima fiesta se disfrutan platillos que nos identifican como oaxaqueños, “las recetas más emblemáticas son el mole negro, la segueza, el estofado, el amarillo o el chichilo que se acompañan con dos piezas de carne como el guajolote, cerdo o pollo y arroz blanco”.
En Valles Centrales esta festividad también se vive en las mayordomías en donde todos colaboran con su Guelaguetza que es una aportación que recibe el mayordomo que está al frente de la fiesta; “representa el don de dar y recibir; llevan pan, huevo, maíz, mezcal, cerveza. En el desayuno se sirven chocolate atole acompañado de pan de cazuela y marquesote, seguido de los higaditos que es un platillo preparado con huevo, gallina, jitomate, cebolla, ajo y especias”, describió la cocinera tradicional.