Karin Salazar Castillo
El tema de esta entrega es importante, porque puede tomar por sorpresa a las personas cuidadoras de adultos mayores, y algo como una caída puede esconder un problema cerebrovascular, y de nuevo la observación de la persona que se cuida cobra gran relevancia. Debido a que los accidentes isquémicos transitorios duran solo unos minutos, muchas personas los ignoran por error. Sin embargo, una
llamada al 911 tan pronto como aparezcan los síntomas puede marcar la diferencia.
Empezaremos por decir que la isquemia cerebral transitoria (ICT) también conocida como accidente isquémico transitorio (AIT), se produce cuando el flujo sanguíneo que llega a una parte del cerebro se detiene temporalmente, causando síntomas neurológicos. En algunos casos el torrente sanguíneo es capaz de revertir los efectos de un bloqueo o isquemia cerebral, la sangre con su fuerza logra desplazar o destruir el bloqueo haciendo que la interrupción sea muy breve. Las consecuencias de un accidente isquémico transitorio son considerablemente menores respecto a un accidente cerebral vascular (ACV), la recuperación es casi completa aunque la persona ya presente factores de riesgo
para volver a sufrir otro evento similar. Un accidente isquémico transitorio puede servir como advertencia de que ocurra un accidente cerebrovascular en un futuro, por lo general cercano, pero también es una oportunidad para evitarlo.
Existen dos tipos principales de isquemia cerebral, la Isquemia cerebral focal: cuando se forma un coágulo de sangre en un vaso sanguíneo del cerebro, bloqueando el flujo de sangre a un área específica del cerebro; y la Isquemia cerebral global: cuando el flujo de sangre a todo el cerebro se reduce o se interrumpe. Ambos tipos de isquemia cerebral requieren atención médica inmediata para minimizar el riesgo de complicaciones y mejorar las posibilidades de una recuperación exitosa.
La isquemia cerebral puede ser causada por una variedad de factores que incluyen coágulos de sangre, vasos sanguíneos estrechos o sangrado en el cerebro. Sin embargo, la causa más común de isquemia cerebral es un coágulo de sangre o un estrechamiento de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro, reduciendo su flujo continuo.
Otros factores de riesgo importantes son:
Latidos cardíacos irrregulares, enfermedad de la arteria carótida, enfermedad arterial periférica, diabetes, antecedentes familiares de ACV, sobrepeso, tener la presión y el
colesterol alto, tendencia a tener una coagulación sanguínea anormal, ser de edad mayor, especialmente después de los 55 años; la raza, el tabaquismo, el consumo de alcohol y/o de drogas recreativas, tener antecedentes de un AIT o de un ACV, y tener una enfermedad cardíaca o mala circulación en las piernas causadas por arterias estrechas.
Teniendo en cuenta que el tejido cerebral depende directamente del aporte constante de oxígeno y nutrientes para funcionar correctamente, cuando se desarrolla una isquemia cerebral se ocasionan diversas alteraciones funcionales. Las manifestaciones clínicas dependerán de la arteria afectada, de la gravedad y de la extensión del tejido lesionado.
Los síntomas de un accidente isquémico transitorio comienzan repentinamente, pueden durar desde unos pocos minutos hasta 1 a 2 horas y desaparecen sin causar un daño a largo plazo; son iguales a los síntomas de un accidente cerebrovascular y pueden incluir los siguientes:
Cambios en la lucidez mental (incluso somnolencia o inconsciencia);
Cambios en los sentidos (como en la audición, la visión, el gusto y el tacto);
Cambios mentales (como confusión, pérdida de memoria, dificultad para escribir o para leer, dificultad para hablar, coordinar ideas, mantener conversaciones o para entender a los demás);
Parálisis facial en una de las mitades del rostro;
Problemas musculares (tales como debilidad, dificultad para deglutir, dificultad para caminar);
Mareo o pérdida del equilibrio y de la coordinación;
Falta de control de esfínteres;
Sensación de problemas nerviosos (como entumecimiento u hormigueo de un lado del cuerpo;
Bajo tono muscular.
La isquemia cerebral se puede diagnosticar a través de una combinación de examen físico, pruebas de imagen, electroencefalograma, ultrasonido carotídeo, angiografía y análisis de sangre.
El tratamiento de la isquemia cerebral depende de la causa y la gravedad de la afección.
El objetivo principal del tratamiento es restaurar el flujo sanguíneo y prevenir un daño mayor al cerebro. Las opciones más utilizadas son: la toma de medicamentos, el uso de un catéter para extraer el coágulo de sangre de la arteria afectada y la cirugía para eliminar una obstrucción o para reparar un vaso sanguíneo dañado. Tras recibir el tratamiento adecuado para mitigar el daño en el cerebro, es posible que las personas afectadas necesiten rehabilitación y la implementación de nuevos hábitos de vida.
Para evitar un accidente isquémico transitorio, lo mejor es conocer los factores de riesgo y llevar una vida saludable, la cual incluye someterse a revisiones médicas periódicas.
Algunas acciones que pueden ayudar son: no fumar, limitar el consumo de colesterol y grasas; consumir muchas frutas y verduras; limitar el consumo de sodio, hacer ejercicio con regularidad, limitar el consumo de alcohol, mantener un peso saludable, no consumir drogas y en su caso tener control de la diabetes.
En caso de que se presente un accidente isquémico transitorio, o bien se considera que ha padecido uno, deberá buscarse atención médica de inmediato ya que, si se realiza una evaluación temprana, los médicos pueden precisar las enfermedades que probablemente puedan tratarse, para ayudar así a prevenir un nuevo accidente isquémico
transitorio o bien un accidente cerebrovascular.
Referencias:
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000730.htm
https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/transient-ischemic-attack/symptoms-causes/syc-
20355679
https://www.recavar.org/isquemia-cerebral-como-detectarla
https://www.esalud.com/isquemia-cerebral/