
La galardonada ha desarrollado una trayectoria de medio siglo en la que su mirada antropológica se ha centrado en las comunidades indígenas y en las plantas y los pájaros.
La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide (Ciudad de México, 83 años) ha sido distinguida este viernes con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025 por su “mundo hipnótico, que parece situarse en el umbral entre la realidad más cruda y la gracia de una magia espontánea”, ha informado la fundación de los galardones. Iturbide es dueña de una mirada antropológica —“fotografío.
Iturbide suma más de medio siglo de trayectoria de una poderosa fotografía en blanco y negro, en la que se ha fijado de manera especial en las comunidades indígenas mexicanas, siempre desde el respeto, con dignidad. Precisamente, su serie sobre las mujeres de Juchitán, en el Estado de Oaxaca, con las que convivió largo tiempo, es su trabajo más celebrado. Por su objetivo han pasado también dos de sus obsesiones, las aves y las plantas.
En palabras de la ganadora, la fotografía es “un ritual”. “Salir con la cámara, observar, fotografiar los aspectos más mitológicos de las personas, luego ir a la oscuridad y seleccionar las imágenes más simbólicas”.
En la decisión adoptada por el jurado del premio “por unanimidad” es lógico pensar que ha pesado la presencia de la fotógrafa española Isabel Muñoz y de la exdirectora de PHotoEspaña, Claude Bussac, para una candidatura propuesta por el embajador de España en México, Juan Duarte Cuadrado. El resto de miembros del jurado, presidido por Miguel Zugaza, han sido Oliver Díaz, Josep Maria Flotats, Maribel López Zambrana, Joan Matabosch, María Pagés, Christina Rosenvinge, Teresa Sapey, Carlos Urroz y Aarón Zapico Braña (secretario). Se presentaron 49 candidaturas de 19 nacionalidades.
Nacida el 16 de mayo de 1942, las se caracterizan por el simbolismo —los pájaros representan la libertad— y por un aire fantástico, aunque ella siempre ha rechazado con contundencia la etiqueta de “realismo mágico”. “Eso lo dicen otros para ganar dinero”, aseguraba. Ni tampoco la de surrealista, que considera un cliché desde el colonialismo. Iturbide “está dotada de una gran profundidad artística”, ha destacado el jurado. “Posee un mundo propio desde la crudeza de la realidad social hasta la magia espontánea del instante”.
La fotografía más conocida de su obra es, sin duda, Nuestra Señora de las Iguanas, que tomó en Juchitán, en 1979. En ella, una mujer, Sobeida Díaz, posó con las iguanas que llevaba al mercado para su venta como si fuera una Medusa actual, con varios reptiles sobre su cabeza. Otra es Mujer ángel, en la que se ve a una figura espectral caminando por el desierto con un transistor.
Fotógrafa por su inquietud para conocer mundo, Iturbide nació en una familia muy conservadora, se casó joven, tuvo tres hijos, “seguiditos”, y se separó, lo que le acarreó una etapa de pobreza. Su vida dio el giro cuando se inscribió en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde empezó a asistir a las clases del gran fotógrafo Manuel Álvarez Bravo (“no hay prisa, no hay prisa”, era el lema del maestro). Aunque ella, en principio, quería ser cineasta y llegó a filmar dos películas.