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¡AMBULANTAJE SIN FIN!
OPINIÓN DE: CARLOS BETANCOURT
PACHUCA, HGO., 23 DE MAYO DE 2025
El ambulantaje, si bien es una fuente de sustento para miles de familias, también es un generador constante de quejas ciudadanas, estas inconformidades reflejan la complejidad de un fenómeno que impacta directamente en la vida urbana y la convivencia diaria.
Una de las principales quejas es la invasión de banquetas y zonas peatonales. Los puestos ambulantes, a menudo, reducen drásticamente el espacio disponible para caminar, forzando a los transeúntes a descender a la calle y poniendo en riesgo su seguridad. Esto es particularmente problemático en áreas de alta afluencia o en calles estrechas. La obstrucción también afecta la movilidad de personas con discapacidad, adultos mayores o quienes utilizan carriolas.
La acumulación de basura y desechos alrededor de los puestos es una queja frecuente. Muchos comerciantes informales no cuentan con los medios o la cultura para una adecuada disposición de sus residuos, lo que genera focos de insalubridad y mala imagen urbana. En el caso de los puestos de comida, persisten las preocupaciones sobre la higiene y sanidad de los alimentos, la manipulación de los mismos y la falta de acceso a servicios básicos como agua potable o sanitarios.
Los comerciantes establecidos, que pagan impuestos, renta, servicios y cumplen con diversas regulaciones, se quejan de la competencia desleal que representa el ambulantaje. Argumentan que los vendedores informales operan sin la misma carga fiscal y operativa, lo que les permite ofrecer precios más bajos y atraer clientela, afectando directamente sus ventas y subsistencia.
Aunque el ambulantaje en sí mismo no es un delito, su proliferación desordenada puede contribuir a la percepción de inseguridad. En algunos casos, se asocia la presencia excesiva de puestos con el aumento de carteristas o pequeños robos, y en ocasiones, la falta de control sobre los giros comerciales puede generar dudas sobre la legalidad de la mercancía vendida.