* “Es evidente que demandan a las autoridades y al gobierno atención a sus necesidades, pero no son afines a los mecanismos tradicionales”, afirmó
* Es momento de integrar con seriedad las redes sociales y otros mecanismos de expresión, de reconocer a las juventudes como actores sociales
autónomos, sin minimizar cómo se expresan y generar resultados para que confíen en sus instituciones Pachuca de Soto, Hidalgo.- La participación de las juventudes es crucial para tener un desarrollo social democrático y justo, sin embargo, las instituciones políticas y gubernamentales no implementan mecanismos realmente inclusivos para involucrar a todo el sector poblacional, perpetuando el mito de que viven en apatía total respecto a los asuntos públicos, pero en realidad sí se involucran de manera activa, indicó Guillermo Eduardo Lizama Carrasco, profesor investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).
El docente Garza, adscrito al Área Académica de Ciencias Políticas y Administración Pública del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu), refirió que el desinterés se origina principalmente por la desconfianza que las y los jóvenes tienen hacia el aparato gubernamental, debido a que éste no ha logrado implementar políticas públicas eficaces para atender las problemáticas que les aquejan, como la inseguridad, la corrupción, la falta de transparencia, oportunidades laborales y educativas, entre otras.
No obstante, lo que está obstaculizando hoy en día esta participación ciudadana de las juventudes es que no hay espacios adecuados para que puedan expresar sus opiniones e ideas en un entorno realmente inclusivo, esto genera que no se sientan escuchados y busquen alternativas como las manifestaciones, usar las redes sociales o fomentar la creación de agrupaciones de la sociedad civil organizada, pues los espacios que fomentan los partidos políticos y el gobierno están centralizados, van dirigidos especialmente a jóvenes universitarios o de zonas urbanas, dejando a un lado a quienes enfrentan barreras sociales y económicas, que al estar excluidos amplían la brecha de la desigualdad.
Aunado a esto, la falta de seguimiento y de resultados a estas propuestas es lo que contribuye al crecimiento de la desconfianza en los mecanismos institucionales.
“Cuando uno conversa con las y los jóvenes, es posible conocer las distintas realidades que viven, su opinión sobre la política, su conciencia y preocupación respecto a los problemas sociales. Es evidente que demandan a las autoridades y al gobierno atención a sus necesidades, pero no son afines a los mecanismos tradicionales. Existe una alta participación e interés de la juventud, solo que ahora se expresan de otras maneras que no son tomadas en cuenta”, afirmó.
Agregó que esta participación pareciera que se ha convertido en un privilegio, porque para ello es necesario contar con recursos económicos, tecnológicos, tiempo, predisposición, entre otros. Lo que no siempre es posible para todas las personas, de ahí que se busquen otras formas de ser partícipes.
Lizama Carrasco refirió que los gobiernos están desaprovechando estas otras formas de expresión, las cuales son más económicas y no requieren de una gran logística como sucede con los eventos. Aunque es necesario vincular dichos canales de participación con el Estado o las instituciones para que se comprometan a impulsar acciones que permitan mejorar el entorno social de las juventudes, las cuales pueden seguir soñando sin frustrarse en el camino.
Para cerrar, el científico Garza puntualizó que todo cambia, que la sociedad es dinámica, por lo que es momento de integrar con seriedad las redes sociales y otros mecanismos de expresión, de reconocer a las juventudes como actores sociales autónomos, sin minimizar cómo se expresan, pero sobre todo, de generar resultados para que confíen en sus instituciones y se integren a los otros mecanismos legales necesarios para la vida en sociedad.
