Los ojos del mundo estarán durante diecinueve días puestos en París, inicia la XXXIII edición de los Juegos Olímpicos del verano 2024, se competirán en 32 deportes y repartirán 329 medallas de oro.
En esta ocasión el logo de los juegos será común para los olímpicos y los paralímpicos, las mascotas oficiales serán objetos con gorros frigios, símbolo de la revolución francesa, “libertad”.
La antorcha olímpica se encendió y comenzó su recorrido el 16 de abril en Olimpia, Grecia, el remero Stefanos Douskos y la nadadora francesa Laure Manaudou fueron los primeros portadores de la famosa antorcha, la cual viajó durante diez días por Grecia y el 26 de abril fue entregada en el estadio Panathinaiko de Atenas. De ahí salió a bordo del velero Belem y llegó a Marsella el 8 de mayo siendo escoltada por 1000 barcos.
El viaje de la antorcha contó con diez mil relevistas y ha pasado por más de cuatrocientos lugares en 65 territorios franceses incluidos seis en ultramar. Su recorrido no ha sido fácil ya que en el relevo de Nueva Caledonia se canceló por disturbios en la región.
A la antorcha olímpica, también se le conoce como llama olímpica, es uno de los símbolos importantes de los Juegos Olímpicos que representa la luz del conocimiento, la razón y el espíritu humano; el fuego de la llama simboliza la unidad, la paz y la deportividad entre las naciones participantes.
El origen de la antorcha olímpica se remonta a los Juegos Olímpicos celebrados en la Antigua Grecia, donde se encendía un fuego sagrado en el altar de Zeus en Olimpia. Esta práctica fue reintroducida en los Juegos Olímpicos modernos durante los Juegos de Ámsterdam en 1928.
Según la tradición, la antorcha olímpica está relacionada con la mitología griega y representa el fuego que Prometeo robó a los dioses para entregárselo a los mortales, como símbolo de conocimiento, progreso y de la búsqueda de la excelencia.
El encendido de la llama olímpica se lleva a cabo en Olimpia, Grecia. Allí se celebra una ceremonia ritual, utilizando un espejo parabólico en el que se reflejan los rayos del sol.
A partir de ahí, la llama emprende un viaje global, en el que es transportada por atletas y personalidades destacadas, que hacen relevos por diversas ciudades y países.
Este recorrido culmina en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, donde la antorcha enciende el pebetero olímpico, símbolo de unidad y espíritu olímpico.
La tradición del recorrido, que lleva a la llama por distintas ciudades del mundo, empezó a celebrarse desde los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936.
El recorrido de la antorcha establece una conexión entre el pasado, el presente y el futuro, uniendo los Juegos Olímpicos antiguos y modernos y transmitiendo valores como la paz, la unidad y la deportividad. Celebra el espíritu olímpico y promueve los ideales de excelencia, amistad y respeto, inspirando a las nuevas generaciones.
La llama olímpica se mantiene ardiendo desde que es encendida en Olimpia, hasta la clausura de los juegos; es ahí que se apaga en una ceremonia especial, que marca el final de la competición. Este apagado simboliza la conclusión de los juegos y el inicio de la preparación para la próxima edición en otra ciudad del mundo.