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DIPLOMACIA LATINOAMERICANA EN TIEMPOS DE CRISIS GLOBAL
POR LA REDACCIÓN
PACHUCA, HGO., 20 DE JUNIO DE 2025
En un entorno de tensiones geopolíticas marcadas por la guerra en Medio Oriente y la persistente crisis en Ucrania, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, hizo historia este fin de semana como invitada especial en la 51ª Cumbre del G7, celebrada en Kananaskis, Canadá. Aunque México no es miembro de este exclusivo foro, su presencia fue un movimiento estratégico que reflejó el creciente peso global del país y su papel como puente entre el norte industrializado y el sur global.
La invitación cursada por el primer ministro canadiense Mark Carney, anfitrión de la cumbre, no fue fortuita. México, en medio de su transformación política interna y con una nueva administración que combina continuidad económica y cambio climático como prioridad, representa una voz relevante en temas como migración, transición energética y comercio regional.
“Vamos a defender a los mexicanos en el exterior, pero también a posicionarnos como un actor constructivo en la escena internacional”, declaró Sheinbaum antes de partir hacia Canadá.
Uno de los momentos más esperados era el posible primer encuentro cara a cara entre Sheinbaum y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien recientemente asumió su segundo mandato. Sin embargo, el mandatario estadounidense regresó abruptamente a Washington debido a la escalada bélica entre Irán e Israel.
Aunque no hubo encuentro presencial, fuentes diplomáticas confirmaron que ambos líderes sostuvieron una conversación telefónica en la que abordaron temas como las redadas migratorias en EE. UU., el futuro del T-MEC y los aranceles al acero mexicano.
Durante la cumbre, Sheinbaum sostuvo reuniones bilaterales con líderes de Canadá, la Unión Europea, India y Brasil, este último representado por el presidente Lula da Silva, con quien mostró una cercanía visible ante las cámaras.
México promovió su propuesta de una “Cumbre por el Bienestar Económico Global”, centrada en combatir desigualdades estructurales y avanzar en políticas de desarrollo sostenible. También se discutieron posibles alianzas para inversiones en energías renovables y transferencia tecnológica.
La inclusión de México, junto a Brasil y la Unión Africana, en esta edición del G7, marca una apertura del bloque hacia las naciones emergentes. Aunque la cumbre terminó sin una declaración final conjunta debido a las diferencias en torno al conflicto en Gaza y los compromisos climáticos, la participación de países invitados permitió diálogos más amplios.
La presencia de Sheinbaum en el G7 no solo es un gesto diplomático, sino el comienzo de una estrategia internacional que busca posicionar a México como líder regional con ambiciones globales.
La Cumbre del G7 dejó claro que, pese a no pertenecer formalmente al grupo, México ya juega en las grandes ligas. Con una postura sobria, firme y orientada al multilateralismo, la administración de Sheinbaum parece dispuesta a redibujar el papel tradicional del país en la política internacional.
Y aunque el esperado “cara a cara” con Trump tendrá que esperar, México ya dejó su huella en una cumbre que, aunque marcada por la
incertidumbre, abre también nuevas oportunidades de liderazgo.