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HISTORIA DE LA ABOGACIA
REDACION
La primera vez que se conmemoró el día del abogado fue en el año 1960, durante el gobierno de Adolfo López Mateos, siendo presidente de México en el periodo de 1958 a 1964. Aunque el mandatario instituyó el 12 de julio como el Día del Abogado, su origen se remonta a más de 400 años atrás.
Así que se dice que la profesión más antigua del mundo es la prostitución pero lo curioso es que las primeras referencias la sitúan junto a la abogacía. En efecto, si damos un salto temporal hacia la Grecia clásica podemos recordar el abogado de la bella Friné, acusada de inmoralidad ante un Jurado popular. El abogado envolvió a Friné desnuda en una gran manta roja y la presentó de esa guisa ante el Jurado; mientras desarrollaba sus alegatos de defensa fue desenrollando la manta para mostrar la belleza de la acusada, que determinó su inmediata absolución por unos jueces dulcemente asombrados.
Desde entonces los juristas han proliferado en la historia. Allí donde hay sociedad, hay colaboración pero también conflicto (ubi societas, ibi ius; ibi litis). Allí donde el poder se manifiesta no falta la resistencia ni quien domina las artes de la persuasión y el conocimiento de la Ley. La comunidad que vive del Derecho en el mundo es inmensa: abogados, jueces, procuradores y profesores de derecho, junto a profesiones aledañas.
Si los suprimiésemos la máquina de la justicia se paralizaría y la anarquía conduciría a la destrucción del mundo porque confiar en la defensa de la propia razón o derecho por los propios medios del afectado, conduce al atropello, el escarnio y a la implantación de la fuerza física, la coacción o el poder de los grupos.
Sería tarea inagotable pretender establecer un ranking de los mejores o más grandes juristas de la historia ya que es difícil medir la productividad o aportación de un jurista: ¿se valoran sus méritos académicos y legado teórico o sus victorias en el foro?, ¿cuestión de número de obras o litigios o de calidad en los mismos?, ¿depende o no de su ideología?, ¿se toma en cuenta lo que significaron en su tiempo o su legado actual?, ¿importan más las cuestiones dogmáticas que la relevancia histórica del caso que les ocupó?, ¿pueden compararse méritos jurídicos de distintos mundos y modelos de Derecho, variables según países y tiempos?, ¿es más relevante la labor del abogado grandilocuente o la discreta?, ¿prima el abogado de tribunales de mayor rango que sobre los modestos?, ¿es mejor abogado quien más convence o quien sabe ceder para satisfacer la justicia?, ¿importa el tamaño del bufete para encumbrar al abogado responsable?. ¿Es mejor abogado quien llega a transacciones que evitan el litigio o quien prefiere la lucha en el foro?, ¿es mejor abogado quien gana sin tener razón o quien gana por saber demostrar que la tiene?, ¿o resulta más admirable quien gana con armas procesales que quien gana con la persuasión del derecho sustantivo?…
Sin embargo, expondré a modo de cuadro impresionista, los treinta nombres de quienes, ya fallecidos, se han ganado letras de oro en el muro de la historia del Derecho, con la advertencia de su carácter necesariamente incompleto y necesariamente subjetivo.
1. En la antigua Roma debemos comenzar con Marco Tulio Cicerón (106 a.c. – 43 a.c), orador y abogado modélico e innovador, caracterizado por su antiformalismo (eludía fórmulas sacramentales), flexibilidad (adaptaba el discurso según la naturaleza civil, penal o política del litigio) y vehemente. Con nobleza afirmó que “La ciencia que se aparte de la justicia mas que ciencia debe llamarse astucia”.
2. Sin embargo, el mejor jurista académico era Ulpiano (170) quien comentaba las fuentes de derecho de la época: leyes, senadoconsultos, edictos de pretores y ediles y ofrecía guías para los magistrados imperiales. Su obra “Las Instituciones” fue el punto de arranque del Derecho Romano hasta el punto que la tercera parte de la Compilación de Justiniano bebe de su labor.
3. Al menos en la Edad Media el considerado mejor jurista era Bártolo de Sassoferrato (1313-1357), doctorado en Bolonia, y cuyas enseñanzas superaron el criterio literal de las leyes hacia la metodología crítica, combinando letra y espíritu. De hecho la expresión “bártulos” de los estudiantes trae origen en los “Bartolos” o textos facilitados por el maestro. Numerosos reyes posteriores, entre ellos los Reyes Católicos, decretaron que en caso de discrepancia doctrinal se aplicará el criterio. interpretativo de Bartolo.