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OPINIÓN DE: MARÍA GIL
PACHUCA, HGO., 30 DE MAYO DE 2025.
En un hecho sin precedentes en la historia constitucional de México, el país realiza la primera elección democrática de los integrantes del Poder Judicial de la Federación. Esta propuesta, impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y respaldada por la mayoría legislativa de Morena, plantea una reforma profunda al sistema judicial nacional.
Desde la creación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 1825, los jueces y ministros habían sido designados mediante procesos políticos. Sin embargo, en las últimas décadas, ha aumentado la percepción de que el Poder Judicial opera con falta de transparencia, conexiones con el poder económico y desvinculado del sentir ciudadano.
Este descontento ha dado pie al actual impulso reformista.
Recordemos que la iniciativa presentada por el Ejecutivo federal propone que Ministros de la Suprema Corte, magistrados de circuito y
jueces de distrito sean elegidos mediante voto popular.
Los ciudadanos podrán elegir entre candidatos que se postulen bajo ciertas condiciones, con el objetivo de lograr un Poder Judicial más
cercano al pueblo, menos elitista y más accionable.
De aprobarse, México se convertiría en uno de los pocos países del mundo que elige por sufragio directo a los máximos intérpretes de la Constitución.
Diversos organismos internacionales, colegios de abogados, y académicos han expresado su inquietud ante esta transformación radical. Sin embargo, sectores populares apoyan la idea, considerando que la élite judicial ha estado desconectada de las realidades sociales del país.
Esta primera elección del Poder Judicial en México marcaría un cambio histórico sin precedentes. Para muchos, representa una oportunidad para abrir las puertas de la justicia al pueblo. Para otros, implica una amenaza a los pilares fundamentales del Estado de Derecho.
Lo que es seguro es que, de concretarse, el sistema judicial mexicano nunca volverá a ser el mismo.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, así como otras figuras políticas realizaron un llamado final a la ciudadanía para participar en la elección judicial del próximo domingo 1 de junio, destacando la importancia del proceso.
Durante su mensaje, la presidenta Sheinbaum señaló que su equipo legal le informó que el exhorto no contraviene las restricciones impuestas por la veda electoral. “¿Ya listos para el domingo? ¿Quién va a votar?”, expresó en tono informal. “Ya me dijeron que sí puedo hablar de eso, que yo pensaba que ya no se podía hablar desde ayer de la elección”, puntualizó la mandataria.
En total, están registradas tres mil 422 candidaturas para distintos cargos: 63 aspirantes a la Suprema Corte, 38 al Tribunal Judicial, 15 a la Sala Superior del TEPJF, 96 a salas regionales del Tribunal Electoral, además de 1,640 para magistraturas y 1,570 para juzgados. }
Según el Instituto Nacional Electoral (INE), 99.7 millones de ciudadanos están llamados a votar en más de 84,123 centros de votación, incluyendo 245 casillas especiales para electores en tránsito.
Lo cierto es que si renunciamos a votar, también estaríamos renunciando a la posibilidad de elegir a las personas que resolverán los temas más importantes para la sociedad: la vida, la libertad y el patrimonio.
Esta esta es una elección para el presente, pero también para el futuro. La mayoría de las personas que resulten electas, estarán en funciones nueve años, sujetas a reelección por un periodo igual, es decir, está en juego poner las bases para un robusto sistema de
impartición de justicia para las próximas décadas.
La elección judicial es la oportunidad de elegir a quienes conformaran el máximo tribunal del país, la primera conformación del Tribunal de Disciplina Judicial.
En poco más de 200 años del México independiente, en el sistema de impartición de justicia hemos vivido una tensión permanente entre centralismo y federalismo, y transitado con diferentes formas de designación de personas juzgadoras, del nombramiento unipersonal del Ejecutivo a todas las personas juzgadoras del Poder Judicial de la Federación y de las entidades federativas, a una función compartida por dos poderes, ejecutivo y legislativo y excepcionalmente por voto popular; también hemos transitado de códigos civiles y penales estatales a códigos nacionales, de un sistema oral a un sistema mixto y nuevamente a un sistema oral y la deuda de justicia continúa, el escritor Horacio Mejia escribió en sin embargo mx., dijo Lo que la derecha ha dicho en esta jornada es que las sociedades no deberían desear cambios porque éstos conducen a la tiranía, la anarquía, la disolución de la armonía que sólo ellos vivieron en los años del PRIAN.
Lo resumió ya al final, el exministro Diego Valadés, quien sigue cobrando la pensión millonaria que le cedió Zedillo para jubilarse de la Suprema Corte al medio año de haber sido nombrado. Esto dijo: “El país se aproxima a la anarquía más que a una tiranía”. Dijo también: “Los jueces estarán impreparados para el cargo expuestos a presiones del crimen organizado”. Dijo además: “La elección será un fracaso por la participación y será un hecho fraudulento”. Así, sin más, lo mejor para el exministro es dejar al sistema judicial como estaba, liberando narcotraficantes, huachicoleros, políticos y empresarios corruptos, desbaratando investigaciones como la de Ayotzinapa. No hay que desear ni movilizarnos por un deseo de que las cosas mejoren. Nada en el futuro será mejor. Nada en el futuro será mejor. Todo lo que emprendamos será un fracaso. No habrá más que anarquía y tiranía al mismo tiempo. Y, en la elección, habrá un fracaso y, además, será fraudulento. Pues, bien, doctor Valadés. Somos 72 por ciento de los mexicanos los que pensamos justo lo contrario.
