Al menos 27 personas, incluidos nueve niños, han perdido la vida y decenas continúan desaparecidas tras las devastadoras inundaciones que azotaron el sur de Texas el pasado viernes. Las lluvias torrenciales, catalogadas como “catastróficas” por las autoridades, comenzaron alrededor de las cuatro de la madrugada y provocaron el desbordamiento del río Guadalupe, en el condado de
Kerr, ubicado a unos 100 kilómetros al noroeste de San Antonio.
Una de las zonas más afectadas ha sido el campamento de verano cristiano Mystic, donde se encontraban alojadas 750 niñas. Hasta el momento, 23 de ellas siguen sin ser localizadas. “Eso no significa necesariamente que estén perdidas, pero continuamos con la búsqueda intensiva”, aclaró Larry Leitha Jr., sheriff del condado de Kerr.
Las lluvias alcanzaron niveles alarmantes en cuestión de horas, con acumulaciones de entre 10 y 20 centímetros, aunque algunas zonas reportaron hasta 38 centímetros, lo que representa casi la mitad de la precipitación anual habitual del condado. El nivel del río Guadalupe se elevó de forma súbita hasta ocho metros en tan solo 45 minutos, arrasando casas móviles, vehículos y cabañas, justo en medio de las celebraciones por el Día de la Independencia en Estados Unidos.
Más de 500 efectivos de rescate han sido desplegados en la región, que enfrenta un panorama desolador: calles anegadas, líneas eléctricas derribadas y serios problemas en las comunicaciones telefónicas. Hasta el momento, 237 personas han sido rescatadas, pero las autoridades advierten que la cifra de víctimas podría aumentar, ya que las lluvias continúan y se pronostica que persistan durante la noche.
El presidente Donald Trump calificó la tragedia como “estremecedora y terrible”, y aseguró que la Casa Blanca ya coordina la entrega de asistencia adicional a las zonas afectadas. Además, se ha declarado el estado de emergencia en varios condados, donde decenas de carreteras han quedado destruidas y el acceso a los servicios básicos es limitado.