Un reciente informe filtrado ha expuesto un descuido de seguridad digno de
novela: el Museo del Louvre, uno de los recintos culturales más importantes del
mundo, utilizaba la palabra “LOUVRE” como contraseña principal para acceder
a sus sistemas críticos de seguridad, incluidos servidores de videovigilancia y
control de acceso interno.
La revelación proviene de documentos internos obtenidos por el medio francés
Le Canard Enchaîné, que detallan una auditoría realizada en 2024 a los sistemas
informáticos del museo. Según el informe, varios departamentos compartían
credenciales idénticas y usaban contraseñas consideradas “extremadamente
vulnerables” por los estándares de ciberseguridad actuales.
El hallazgo provocó alarma entre autoridades culturales y especialistas en
seguridad digital, quienes advirtieron que esta negligencia pudo haber expuesto
imágenes, registros y datos de obras de arte valuadas en millones de euros,
incluyendo la Mona Lisa y otras piezas maestras.
El museo emitió un breve comunicado en el que reconoció “deficiencias en los
protocolos de seguridad digital”, aunque aseguró que no se registraron
intrusiones ni pérdidas de información. “Se están implementando nuevas
medidas de protección y autenticación reforzada”, declaró un portavoz de la
institución.
Expertos señalaron que este tipo de fallas son más comunes de lo que parece.
“En muchos espacios culturales se prioriza la conservación física, pero se
descuida la seguridad digital.
El caso se ha convertido en tendencia en redes sociales, donde los usuarios no
tardaron en ironizar con la situación. “Si la contraseña del Louvre era ‘LOUVRE’,
la del Vaticano debe ser ‘DIOS123’”, escribió un usuario en X (antes Twitter),
reflejando el tono burlón con que el tema se viralizó.
Por ahora, el museo promete reforzar su infraestructura tecnológica… aunque
parece que la lección más valiosa no está en los cuadros, sino en las
contraseñas.

