Este evento tan importante sobre el origen de los mexicanos se enclava en terrenos más cercanos a la mitología que a la historia. El mito dice que Huitzilopochtli profetizó a los aztecas o mexicas, durante su migración desde Aztlán, que debían buscar en un lago un águila posada sobre un nopal con una serpiente entre sus garras.
Luego de un recorrido de 210 años llegaron a ese punto, el Lago de Texcoco, donde fundaron la ciudad de Tenochtitlan (o Tenochtitlán), la actual Ciudad de México.
Esto quiere decir que se cumplieron cuatro períodos de 52 años, que es el ciclo del calendario fundamental de los mexicas.
Sobre la fecha precisa de la fundación de Tenochtitlan se manejan varias: el 12 de diciembre, el 18 de julio, y la más consensuada por los historiadores, el 13 de marzo, pero en todos los casos se coincide en que sucedió en el 1325.
En su larga búsqueda, durante una estancia en el cerro de Culhuacán, se les unieron a los mexicas ocho pueblos vecinos, pero el dios les ordenó que continuaran solos hacia el lugar que él les había señalado, por lo que cargaron con la imagen de la deidad y con todos los objetos sagrados hasta cumplir con el mandato divino.
La división entre la realidad y la leyenda se da, por ejemplo, en el hecho de que algunas investigaciones arqueológicas indican que el islote de México estuvo habitado desde antes del siglo XIV, en tanto que la leyenda dice que Tenochtitlan fue poblada por un grupo de tribus nahuas que vinieron desde Aztlán para asentarse en las cercanías del lago Texcoco.
Al paso del tiempo, la ciudad fue un centro de poder muy importante en Mesoamérica, y una de las más grandes del mundo. Con el establecimiento de una alianza con Texcoco y Tlacopan, se derrotó al señor de Azcapotzalco, con lo que se afianzó el poderío de los mexicas.
La caída de este imperio se dio el 13 de agosto de 1521, luego de una larga batalla para conquistar la ciudad de Tenochtitlan por parte de los españoles encabezados por Hernán Cortés.
Apoyado por clanes locales y divisiones antiaztecas, Cortés logró entrar a la ciudad, destruir muchas de sus edificaciones, masacrar a sus habitantes, y finalmente, tomar como rehén a Cuauhtémoc bajo el pretexto de reclamar el oro perdido en la denominada “noche triste”, para luego ejecutarlo.