Nota musical

Isaac Albéniz: Cien Años de Música y la Vigencia de un ‘Modernista Universal’

Isaac Albéniz: Cien Años de Música y la Vigencia de un ‘Modernista Universal’
Por: Luis Antonio Santillán Varela
26/10/2025
Hoy hacemos una reseña del tratamiento sobre la figura de Isaac Albéniz dentro del
artículo “Isaac Albéniz, cien años de música”, escrito por la musicóloga Isabela de
Aranzadi en el año 2009. En ese año, Barcelona conmemoraba el legado del virtuoso
que fundió el alma folklórica española con la ortodoxia europea.
El compositor, nacido en Camprodón, Girona, el 29 de mayo de 1860, falleció antes
de cumplir los 49 años en Cambo-les-Bains, Francia, el 18 de mayo de 1909, siendo
enterrado en Barcelona en un multitudinario y emotivo acto el 6 de junio. A pesar de
una vida que algunos califican de caótica o de torbellino nómada por los muchos
lugares en los que vivió y dejó obra escrita, Albéniz logró su ideal de crear una
«música nacional de acento universal». Su obra perdura como testimonio de la
expresión de lo ibérico, elevado a un lenguaje depurado.
Virtuosismo y Reconocimiento Internacional
El virtuosismo de Albéniz en el piano fue conocido internacionalmente. Su habilidad
fue tal que la casa Erard, la reconocida fábrica francesa de pianos, lo escogió para
mostrar la calidad de sus últimos modelos en la Exposición Universal de Barcelona en
1888. Albéniz fue un músico que partió de una fuente romántica con gran riqueza
armónica y se proyectó hacia el resto del mundo, siendo admirado por músicos
franceses de la talla de Vincent d’Indy, Paul Dukas y Gabriel Fauré. Esta admiración
se debía a su lograda síntesis entre la música popular con raíces hispanas y la
ortodoxia europea. Esta simbiosis de Norte y Sur sirvió de modelo a músicos
españoles posteriores como Joaquín Turina y Manuel de Falla.
La Suite Iberia, Obra Maestra del Nacionalismo
Aunque su estilo más característico comenzó a perfilarse con la Suite española de
1886, su obra maestra indiscutible es la Suite Iberia. En ella, Albéniz mostró una
técnica depuradísima y un dominio de recursos avanzados para la época, como el
bimodalismo (especialmente en «El Albaicín») y los ritmos superpuestos. El giro
hacia la inspiración nacionalista ocurrió tras conocer al compositor Felip Pedrell en
1882, quien dirigió su atención hacia la música popular española. Si bien Pedrell es
considerado el impulsor del nacionalismo español, Isaac Albéniz fue el primero en
llevar a la práctica la difusión y valoración de esta música fuera de las fronteras de
España. El alcance de su producción no se limitó al piano (estudios, suites, rapsodias),
ya que también destacó como dramaturgo (Pepita Jiménez, Henry Clifford) y
compositor de música orquestal (La Alhambra, Cataluña) y de música de cámara.
Conmemoración: La Exposición «Albéniz un Modernista Universal»
Como parte de la conmemoración del centenario, el Museu de la Música de Barcelona
exhibía en ese año 2009 la exposición «Albéniz un modernista universal». El Museu
de la Música de Barcelona conserva el mayor fondo histórico del compositor. La
exposición, que itineraria por Cataluña, Madrid (en el Auditorio Nacional) y otras
ciudades de España, contó con numerosos documentos, objetos personales y su piano,
un Rönisch de cola negro que lleva la firma del propio músico. Este valioso material
fue donado al Museo de la Música por su nieta, Rosina Moya Albéniz, en 1976, con el
expreso deseo de que la obra de Albéniz fuera custodiada por una institución que la
conservara

El Bandoneón: Entre la Gloria del Tango y la Amenaza de Desaparición

Por: Luis Antonio Santillán Varela
11/10/2025
Un estudio musicológico de 1981 aborda la historia y la anatomía del
instrumento fundamental del tango, alertando sobre su precaria
situación futura.
BUENOS AIRES.— El bandoneón, un aerófono portátil esencial para el
tango, ha sido objeto de un estudio musicológico detallado realizado por
Ricardo D. Salton y publicado en 1981 en la Revista del Instituto de
Investigación Musicológica “Carlos Vega”. Este trabajo buscó abordar el
instrumento con un criterio científico, a diferencia de muchos estudios previos
que carecían de conocimiento técnico profundo, recurriendo directamente a
instrumentistas y afinadores debido a la escasez y deficiencia de la
bibliografía existente.
El estudio de Salton se divide en tres partes: una descripción detallada
(organología), la evolución histórica y algunas conclusiones.
La Anatomía de un Enigma Musical
Organológicamente, el bandoneón es un instrumento aerófono portátil
compuesto por dos cajas armónicas unidas por un fuelle, el cual pone en
vibración juegos de lengüetas libres ubicadas en el interior de las cajas. El
instrumento consta de un dispositivo que permite abrir o cerrar el fuelle sin
producir sonido, accionando una zapatilla de válvula que destapa la toma de
aire.
El autor clasifica los bandoneones en dos tipos principales:
1. Tipo A (Sistema Kusserow): Posee una sola lengüeta por zapatilla, lo
que significa que el mismo sonido se produce tanto al abrir como al
cerrar el fuelle. Su teclado está ordenado cromáticamente (aunque
erróneamente se los llame "cromáticos") y suele tener 114 teclas.
2. Tipo B: Estos bandoneones poseen dos lengüetas por zapatilla,
resultando en dos sonidos por tecla, uno al cerrar el fuelle y otro al
abrirlo. Este grupo incluye el subtipo con teclado "totalmente
desordenado", conocido como "acromático" o "diatónico".
El bandoneón diatónico usado en la Argentina, un subtipo B, es el que ha
alcanzado la mayor difusión y una mejor calidad de sonido, convirtiéndose en
un instrumento fundamental del tango. Sus características más distintivas son
sus teclados, que son "un verdadero enigma" ya que su ordenamiento "no
responde a ninguna lógica, ni musical ni matemática" (un hecho comprobado
incluso con la ayuda de computadoras). El modelo estándar argentino tiene
71 teclas (38 derechas y 33 izquierdas).

En cuanto a su ejecución, aunque en sus orígenes germánicos se tocaba
colgado del cuello, el aumento de peso obligó a los músicos a apoyarlo sobre
las piernas estando sentados. No obstante, algunos bandoneonistas
populares adoptaron la postura de tocar de pie, apoyando el instrumento
sobre una pierna semiflexionada.
Raíces Antiguas y Apogeo Argentino
El antecedente histórico más remoto del bandoneón es el órgano de boca
chino, el sheng, mencionado ya hacia el 1100 a.C.. La lengüeta libre que
caracteriza al bandoneón comenzó a diseminarse rápidamente por Europa a
fines del siglo XVIII.
El bandoneón fue inventado por el músico Heinrich Band en Krefeld,
Alemania, en 1844, basándose en la concertina alemana. En Alemania, el
bandoneón se mantuvo en la música folklórica. Sin embargo, pasó a la
Argentina hacia 1860/65 (posiblemente traído por el marinero irlandés Tomas
Mur) y allí adquirió impulso al ser incorporado a los grupos musicales que
animaban los salones, adoptándolo posteriormente el tango como un
instrumento imprescindible.
En la primera mitad del siglo XX, las fábricas de bandoneones más
importantes fueron las de Alfred Arnold (bandoneones AA) y Ernst Ludwig
Arnold (ELA) en Alemania. No obstante, la producción disminuyó
notablemente después de la Segunda Guerra Mundial, y la firma Alfred
Arnold, tras mudarse a Alemania Federal, fue liquidada en 1971, aunque en
1976 Georg Bauer compró la firma y comenzó una nueva producción.
La Doble Vida: Popular y Académica
Mientras el bandoneón mantuvo su lugar indiscutido en las orquestas de
tango, el músico argentino Alejandro Barletta abrió una nueva vía para el
instrumento alrededor de 1945 al incorporarlo al ámbito de la música
académica. Barletta y otros compositores como René Marino Rivera
(discípulo de Barletta) y Karl Oriwohl escribieron numerosas obras
específicas para bandoneón, y existe una lista considerable de música
superior escrita originalmente para este instrumento.
En el ámbito de la enseñanza, si bien en la Argentina la mayoría de los
músicos interesados prefieren aprender con profesores particulares
provenientes del ámbito popular, el Conservatorio Municipal de Buenos Aires
dicta cursos regulares de bandoneón desde aproximadamente 1950.

Música mexicana: un eco vivo de tradición y creatividad

La música mexicana se ha convertido en una de las expresiones culturales más reconocidas a nivel mundial, no solo por su diversidad de géneros, sino también por su capacidad de narrar la historia y el espíritu del país. A lo largo de los siglos, este arte ha acompañado los procesos sociales y culturales de México, transformándose y reinventándose sin perder sus raíces.

Desde tiempos prehispánicos, los pueblos originarios utilizaban instrumentos de viento, percusión y cantos rituales para expresar su cosmovisión. Con la llegada de los colonizadores europeos, estos sonidos se mezclaron con melodías y armonías occidentales, dando origen a una tradición musical rica en matices. El mariachi, ejemplo icónico de esta fusión cultural, es hoy un emblema reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, símbolo de orgullo y mexicanidad.

Cada región del país ha aportado su propio sello sonoro: los jarabes y sones del occidente, los huapangos del noreste, las marimbas del sureste y los corridos que narran historias populares. Estas manifestaciones, lejos de desaparecer, se mantienen vivas en fiestas patronales, ferias y escenarios internacionales, mostrando la fuerza de las raíces musicales mexicanas.

Pero la música mexicana no se ha quedado anclada en el pasado. En la actualidad, géneros como el pop, el rock, el rap y las fusiones urbanas conviven con el regional mexicano, creando un panorama musical tan diverso como el país mismo. Esta evolución constante demuestra que la música mexicana es una tradición dinámica, que conecta generaciones y traspasa fronteras.

Más que entretenimiento, este arte sonoro es un testimonio de identidad y memoria colectiva. Su historia, marcada por el mestizaje y la innovación, la convierte en una de las expresiones culturales más sólidas del mundo, una voz que sigue resonando y conquistando escenarios globales.

Steinway & Sons: Un siglo y medio construyendo leyendas musicales

Por: [Luis Antonio Santillán Varela]

31/08/2025
Por más de 170 años, Steinway & Sons ha marcado el estándar de excelencia en la fabricación de pianos. Fundada en 1853 por Heinrich Engelhard Steinweg, inmigrante alemán que se estableció en Nueva York, la firma nació del sueño de construir “el mejor piano posible”. Lo que empezó en un pequeño taller de Manhattan se transformó en una marca que domina salas de conciertos y conservatorios alrededor del mundo.

Tradición artesanal y precisión milimétrica
Cada piano Steinway es el resultado de un proceso artesanal que puede extenderse hasta un año. La empresa presume más de 12,000 piezas ensambladas a mano y una lista de más de 130 patentes que sentaron las bases del piano moderno. Esta obsesión por la perfección ha convertido a Steinway en un sinónimo de durabilidad, proyección sonora y sensibilidad artística.

Los talleres de Hamburgo (Alemania) y Nueva York siguen operando bajo estándares tradicionales. Gran parte de su equipo está conformado por artesanos que han heredado el oficio por generaciones, convirtiendo la fabricación de cada piano en una obra de ingeniería y arte.

Influencia cultural y vínculo con la élite musical
Desde finales del siglo XIX, Steinway supo fusionar el arte con la mercadotecnia. La inauguración de Steinway Hall en 1866 lo convirtió en un símbolo cultural y un punto de encuentro para músicos y público. En el siglo XX, sus instrumentos fueron la primera elección de artistas como Sergei Rachmaninoff, Arthur Rubinstein y Vladimir Horowitz, todos ellos fieles a la marca sin recibir patrocinios, un hecho poco común en la industria musical.

Incluso en contextos históricos adversos, Steinway ha mantenido su relevancia. Durante la Segunda Guerra Mundial, la empresa produjo los célebres “Victory Verticals”, pianos portátiles que fueron enviados a las tropas estadounidenses para mantener la moral en combate.

Innovación: un piano que se toca solo
Aunque sus raíces están profundamente ancladas en la tradición, Steinway no se ha quedado en el pasado. El modelo Spirio | r, es ejemplo de ello: un piano de concierto capaz de grabar y reproducir interpretaciones con precisión casi idéntica al original. Esta tecnología, que combina mecánica tradicional y software de alta resolución, ha llevado a la compañía a un nuevo público, conectando el mundo del piano clásico con la era digital.

Otro ejemplo de su exclusividad es el Sound of Harmony, un piano único que tardó cuatro años en construirse e incorpora más de 40 tipos de madera, pieza que se ha convertido en objeto de colección.

Retos en la era contemporánea
No todo es armonía para la legendaria compañía. El acceso limitado al abeto de Sitka, madera esencial para la resonancia de sus pianos, amenaza con encarecer la producción. Además, expertos como Ulrich Gerhartz, uno de sus afinadores más reconocidos, han alertado sobre la falta de relevo generacional en los oficios artesanales, un problema que podría comprometer la calidad que distingue a la marca.

Una marca que es sinónimo de excelencia
Steinway & Sons no solo fabrica pianos: produce piezas de arte que resumen siglos de innovación y tradición. Con más de 170 años de historia, sigue siendo el estándar para pianistas de renombre, instituciones académicas y coleccionistas. Su legado es, en esencia, un puente entre pasado y futuro: una empresa que sigue afinando el arte del sonido en una época donde lo digital lo domina todo.

Los desafíos de titanes que forjaron el Palacio de Bellas Artes

Por: Luis Antonio Santillán Varela

El Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México es un ícono cultural y arquitectónico, pero su majestuosidad oculta una historia de luchas épicas contra la naturaleza y la inestabilidad política. Su construcción, que se prolongó por más de tres décadas, fue una odisea marcada por un terreno caprichoso y una revolución que paralizó al país.

El suelo traicionero y el peso de la ambición
El ambicioso proyecto comenzó en 1904, bajo el gobierno de Porfirio Díaz, quien encargó al arquitecto italiano Adamo Boari la creación de una obra monumental para conmemorar el centenario de la Independencia de México. El diseño, una mezcla de art nouveau y art déco, era tan grandioso como el reto que representaba su ubicación: un terreno pantanoso, vestigio del antiguo lago de Texcoco.
Desde el inicio, el peso de la estructura, con su pesada cúpula de acero y toneladas de mármol, comenzó a causar un hundimiento considerable y desigual. El palacio se iba sumergiendo lentamente en el subsuelo, un problema que los ingenieros de la época intentaron mitigar sin éxito. Hoy en día, el edificio se encuentra varios metros por debajo del nivel de la calle, una cicatriz visible de esta batalla contra la geología.

La Revolución y el silencio de las obras
Cuando los trabajos avanzaban, el estallido de la Revolución Mexicana en 1910 detuvo abruptamente la construcción. El caos político y la falta de fondos hicieron que el proyecto fuera abandonado por más de veinte años. Adamo Boari regresó a Italia, y lo que se suponía que sería una joya arquitectónica se convirtió en un esqueleto de concreto expuesto a la intemperie.

La obra solo se reanudó en 1932, bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico Mariscal. Su tarea no era solo completar el palacio, sino también solucionar los problemas estructurales dejados por el hundimiento y el deterioro. Mariscal integró elementos del art déco, utilizó materiales más ligeros para mitigar el peso y, finalmente, logró culminar el proyecto que parecía maldito.

El 29 de septiembre de 1934, el Palacio de Bellas Artes abrió sus puertas. Aunque tardó más de 30 años en completarse, el edificio se erigió como un testamento a la perseverancia y la capacidad de resiliencia del pueblo mexicano, un faro de cultura que se negó a ser vencido por el destino.

EL TEATRO COLÓN: PATRIMONIO VIVO DE BUENOS AIRES

POR: LUIS ANTONIO SANTILLÁN VARELA
17/08/2025
BUENOS AIRES. – EN EL CORAZÓN DE LA CAPITAL ARGENTINA SE LEVANTA UNO DE LOS ESCENARIOS MÁS EMBLEMÁTICOS DEL MUNDO: EL TEATRO COLÓN. DESDE SU APERTURA EL 25 DE MAYO DE 1908, ESTE RECINTO HA MARCADO LA VIDA CULTURAL DE LA CIUDAD Y HA PROYECTADO A ARGENTINA HACIA LA ESCENA ARTÍSTICA INTERNACIONAL.

RECONOCIDO POR SU CALIDAD ACÚSTICA Y LA RIQUEZA DE SU ARQUITECTURA, EL COLÓN FUE OBRA DE LOS ARQUITECTOS FRANCESCO TAMBURINI, VÍCTOR MEANO Y JULES DORMAL, QUIENES INTEGRARON ESTILOS EUROPEOS EN UNA CONSTRUCCIÓN QUE HOY ES CONSIDERADA JOYA PATRIMONIAL. SU SALA PRINCIPAL, CON CAPACIDAD CERCANA A 2,500 ESPECTADORES, FIGURA ENTRE LAS MEJORES DEL MUNDO PARA LA ÓPERA Y LA MÚSICA SINFÓNICA.

A LO LARGO DE MÁS DE UN SIGLO, EL ESCENARIO DEL COLÓN HA RECIBIDO A VOCES Y ARTISTAS QUE DEJARON HUELLA EN LA HISTORIA DE LAS ARTES: 

DESDE ENRICO CARUSO Y MARÍA CALLAS HASTA LUCIANO PAVAROTTI, PLÁCIDO DOMINGO, RUDOLF NUREYEV Y MIJAÍL BARÝSHNIKOV. SU CARTELERA HA REUNIDO LO MÁS SELECTO DE LA ÓPERA, EL BALLET Y LOS CONCIERTOS, CONSOLIDANDO SU PRESTIGIO INTERNACIONAL. 

EL TEATRO TAMBIÉN CUMPLE UN PAPEL FUNDAMENTAL EN LA FORMACIÓN DE NUEVOS TALENTOS. A TRAVÉS DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ARTE, JÓVENES CANTANTES, MÚSICOS Y BAILARINES ENCUENTRAN UN ESPACIO DE ENSEÑANZA QUE LES ABRE CAMINO EN LOS ESCENARIOS MÁS EXIGENTES.

TRAS UNA RESTAURACIÓN INTEGRAL CONCLUIDA EN 2010, EL COLÓN RECUPERÓ SU ESPLENDOR ORIGINAL SIN DEJAR DE ADAPTARSE A LAS DEMANDAS TECNOLÓGICAS DEL PRESENTE. EN LA ACTUALIDAD, COMBINA CLÁSICOS DEL REPERTORIO UNIVERSAL CON PRODUCCIONES ARGENTINAS, MANTENIENDO ASÍ UN DIÁLOGO CONSTANTE ENTRE TRADICIÓN E INNOVACIÓN.

MÁS QUE UN EDIFICIO, EL TEATRO COLÓN ES UN SÍMBOLO DE IDENTIDAD PORTEÑA Y UN PUNTO DE ENCUENTRO DONDE LA CULTURA UNE GENERACIONES Y PÚBLICOS DE TODO EL MUNDO. SU PERMANENCIA DEMUESTRA QUE LA MÚSICA Y LAS ARTES ESCÉNICAS SIGUEN SIENDO PILARES DE LA VIDA CULTURAL ARGENTINA.

Clarinete: el encanto eterno de un instrumento versátil


Por: Luis Antonio Santillán Varela

Fecha: 3 de agosto del 2025.

Ya sea en una orquesta sinfónica, una banda escolar, un grupo de jazz o una fiesta popular, el clarinete ha sabido ganarse un lugar en múltiples escenarios. ¿Cuál es el secreto detrás de su constante presencia en la música?

El clarinete es un instrumento de viento madera que se ha distinguido por su sonido cálido, su expresividad y su capacidad de adaptación a distintos estilos musicales. Desde su consolidación en el siglo XVIII, gracias al trabajo del luthier alemán Johann Christoph Denner, ha evolucionado no solo en su construcción, sino también en su protagonismo dentro del repertorio musical global.

Una de sus principales virtudes es su gran flexibilidad sonora. Puede ejecutar pasajes suaves y sutiles, así como proyectar sonidos potentes con facilidad. Esta característica le permite destacar tanto en roles solistas como en acompañamientos dentro de conjuntos instrumentales. Compositores como Mozart y Brahms lo integraron a sus obras por su capacidad para transmitir emociones de forma directa y conmovedora.

Además, el clarinete ha sido un instrumento muy valorado en el ámbito educativo. Por su peso ligero, su relativa facilidad técnica en los primeros niveles y su costo accesible, muchos estudiantes lo eligen como su primer instrumento de viento. 

A esto se suma la posibilidad de pasar a otros instrumentos de la misma familia, como el clarinete bajo o el saxofón, facilitando la transición musical.
En el terreno de la música popular y el jazz, el clarinete tuvo un papel fundamental durante la primera mitad del siglo XX. Grandes intérpretes como Benny Goodman lo llevaron a escenarios de fama mundial, consolidando su imagen como símbolo del swing y de la era dorada del jazz. Gracias a su agilidad y expresividad, el clarinete se convirtió en un instrumento ideal para la improvisación.

Otro factor que ha fortalecido su presencia es su participación en géneros tradicionales y regionales. En estilos como el klezmer, la música balcánica o la banda sinaloense; el clarinete aporta un timbre característico que conecta directamente con la identidad cultural de diversas comunidades.
Por si fuera poco, el clarinete sigue siendo relevante en el mundo contemporáneo. Compositores modernos lo exploran en nuevas texturas y técnicas extendidas, y muchos intérpretes jóvenes lo incluyen en proyectos experimentales, electrónicos o interdisciplinarios. También es común escuchar su sonido en bandas sonoras de películas y series, reforzando su conexión con el gran público.

Este instrumento se distingue, además, por su diversidad morfológica: existen clarinetes en diferentes registros, desde el pequeño clarinete en mi bemol hasta el imponente clarinete contrabajo. Esta variedad le permite adaptarse a distintas agrupaciones y explorar múltiples posibilidades tímbricas.

El clarinetista sueco Martin Fröst, reconocido por su virtuosismo y originalidad, ha descrito al clarinete como “una voz que puede hablar, cantar o gritar”. Esa voz ha atravesado siglos, géneros y continentes, manteniéndose vigente gracias a su capacidad de transformación, su belleza sonora y su fuerte vínculo con la emoción humana.

En definitiva, el clarinete no es solo popular: es imprescindible en la historia y evolución de la música. Su permanencia se explica no por la moda, sino por la fuerza expresiva y versatilidad que lo hacen único entre los instrumentos de viento.

La Balada No. 1 de Chopin: Un relámpago de emoción en el piano

Por: Luis Antonio Santillán Varela

Considerada una de las joyas más emblemáticas del repertorio pianístico, la Balada No. 1 en Sol menor, Op. 23 de Frédéric Chopin continúa siendo una de las piezas más aclamadas y desafiantes de la música clásica. Compuesta entre 1831 y 1835, esta obra es un despliegue de virtuosismo, un testimonio de la pasión romántica y una muestra del estilo único del compositor polaco.

La balada como una narración sin palabras
Desde la primera nota de la balada, los oyentes son transportados a un mundo de emociones intensas. Aunque Chopin nunca proporcionó un programa o historia detrás de la pieza, muchos la interpretan como una narrativa musical, que cambia constantemente entre momentos de calma y explosiones dramáticas. Los pasajes de piano suaves y melódicos alternan con momentos de gran turbulencia emocional, creando una sensación de lucha interna o un conflicto no resuelto.

Estructura innovadora y complejidad técnica
A diferencia de las sonatas o los nocturnos, la Balada No. 1 es un ejemplo de forma libre, sin una estructura fija. Chopin, al bautizarla como “balada”, rompió con las convenciones de su época, otorgando al término una nueva dimensión. 

La pieza se divide en cuatro secciones que se desarrollan de manera fluida, como si de un relato se tratara. Cada sección alterna entre temas contrastantes, uno más lírico y suave, y otro que irrumpe con energía desbordante. 

Este intercambio entre la tranquilidad y el desgarro emocional refleja, a través de la técnica pianística, los altibajos de una vida llena de conflictos internos. La sección final, con su frenética coda, exige del intérprete un virtuosismo técnico impresionante, tanto en velocidad como en precisión.

Raíces literarias y contexto histórico
Es posible que Chopin se haya inspirado en las baladas poéticas del escritor polaco Adam Mickiewicz, particularmente en sus relatos épicos como Konrad Wallenrod. 

En estos poemas, la tragedia y el heroísmo se entrelazan, algo que también se puede sentir en la música de Chopin. La obra fue compuesta en París, durante su exilio de Polonia tras la ocupación rusa, lo que añade una capa de nostalgia y dolor a la pieza, como si el compositor estuviera luchando por reconciliar su identidad y su patria. 

La balada, en cierto modo, podría interpretarse como una reflexión personal sobre el desarraigo y el sentimiento de pérdida, elementos que definieron la vida del compositor en sus años parisinos.

Entre lo técnico y lo expresivo
La Balada No. 1 no es solo una de las obras más emocionales de Chopin, sino también una de las más complejas para el pianista. 

Exige una técnica depurada y una capacidad interpretativa que va más allá de la destreza técnica. Los cambios abruptos de dinámica, las dificultades rítmicas y la necesidad de control emocional hacen de esta pieza un reto monumental para cualquier pianista. 

Desde los más grandes exponentes como Artur Rubinstein y Maurizio Pollini, hasta los jóvenes prodigios contemporáneos, todos han abordado esta obra con una visión única, demostrando su infinita riqueza interpretativa.

El impacto cultural de la balada

Más allá de los escenarios clásicos, la Balada No. 1 ha logrado penetrar en la cultura popular. Su interpretación en la película The Pianist (2002), de Roman Polanski, es un momento icónico en el que la música se convierte en un símbolo de resistencia ante la adversidad, representando no solo la supervivencia sino también la belleza y el sufrimiento. Este uso en un contexto cinematográfico demuestra la universalidad emocional de la obra.

Sonidos de Hidalgo: una tradición musical que evoluciona sin perder sus raíces


Por: Luis Antonio Santillán Varela

Pachuca, Hgo. — En el centro del país, el estado de Hidalgo resguarda una riqueza musical que refleja la diversidad cultural de sus regiones. Heredera de raíces indígenas, mestizas y mineras, la música hidalguense se manifiesta como una expresión auténtica de la identidad y el sentir de sus comunidades, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder su esencia.

Uno de los géneros más representativos del estado es el huapango huasteco, característico de la zona norte de Hidalgo, donde pueblos como Huejutla y Atlapexco lo celebran como parte de su vida cotidiana. Este estilo, interpretado tradicionalmente por tríos con violín, jarana y guitarra huapanguera, combina el canto, la improvisación poética y el zapateado, en una manifestación que trasciende lo musical para convertirse en rito social.

“El huapango es más que música, es una forma de comunicación”, comenta Pedro Canales, músico tradicional de la región huasteca.

 Desde hace décadas, Canales ha dedicado su vida a enseñar este género a niños y jóvenes, asegurando su transmisión generacional.

Pero la música en Hidalgo no se limita a las tradiciones rurales. En ciudades como Pachuca o Mineral del Monte, se pueden encontrar ecos de la herencia británica dejada por los antiguos mineros. La presencia inglesa en el siglo XIX trajo consigo bandas de viento que, con el paso del tiempo, se transformaron en agrupaciones populares que aún hoy amenizan ferias, procesiones y festividades patronales.

Además del ámbito tradicional, la escena musical contemporánea hidalguense está en constante movimiento. Diversos colectivos culturales han comenzado a experimentar con fusiones que integran elementos autóctonos con géneros actuales como el rap, la música electrónica y el rock alternativo. Agrupaciones como Son de Barro o Tribal del Mezquital han desarrollado propuestas que mezclan lo ancestral con lo urbano, abordando temáticas sociales actuales desde una óptica musical.

Por otro lado, figuras históricas originarias de la región han dado notoriedad a Hidalgo en el panorama musical nacional e internacional. Tenemos el caso de Aniceto Ortega del Villar, gran músico tulancinguense fundador del Conservatorio Nacional de Música; Abundio Martínez, notable compositor nacido en Huichapan y muchos otros ejemplos en diversos géneros musicales asociados con la vida cultural de Hidalgo.

El impulso institucional también ha sido clave, destacando la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, quién forma músicos profesionales. Existen también otras instituciones que promueven año con año festivales, concursos y talleres para fortalecer las tradiciones musicales locales. Entre estos eventos destaca el Festival del Huapango Hidalguense, celebrado en la Huasteca, donde se dan cita tríos, versadores y bailadores de distintas comunidades.

Así, los sonidos de Hidalgo —desde los huapangos y las bandas hasta música académica— siguen evolucionando, entrelazando lo ancestral con lo contemporáneo. En cada acorde, el estado reafirma su identidad y abre nuevos caminos para que su legado musical perdure, se transforme y siga emocionando a futuras generaciones.

El organillo en México: ecos del pasado que aún suenan en las calles

Por: Luis Antonio Santillán Varela
En pleno siglo XXI, entre los sonidos del tráfico, las conversaciones apresuradas y el bullicio urbano, aún puede escucharse el inconfundible tono del organillo en algunas calles del centro de la ciudad de Pachuca. Este instrumento mecánico, que se activa girando una manivela, forma parte de una tradición popular que ha resistido el paso del tiempo y se niega a desaparecer, a pesar de los desafíos modernos. 

De Europa a México: una historia que viaja con música El organillo tiene su origen en Europa, especialmente en Alemania, donde fue fabricado a finales del siglo XIX. Su llegada a México se dio durante el Porfiriato, una época en la que las influencias europeas estaban muy presentes en la vida cultural del país. A diferencia de los instrumentos convencionales, el organillo no se ejecuta mediante teclas, sino a través de un mecanismo de cilindros que al girar emiten melodías ya grabadas.

Su presencia se volvió común en plazas, ferias y calles, convirtiéndose en una forma de entretenimiento accesible para todos, mucho antes de que la radio llegara a los hogares mexicanos. 

El organillo, con sus notas repetitivas y melancólicas, se instaló en la memoria colectiva como parte del paisaje sonoro nacional.

Los organilleros: herederos de una labor tradicional. 

Quienes hacen sonar estos instrumentos son conocidos como organilleros. Suelen vestir uniformes color caqui, inspirados en la vestimenta militar del siglo XIX, lo que les da una imagen distintiva y reconocible. Muchos de ellos pertenecen a familias que han pasado esta labor de generación en generación, manteniendo vivo un oficio que combina música, resistencia y memoria.

Cada día, los organilleros recorren barrios y plazas, cargando el instrumento sobre sus espaldas o en carritos. Dependen de las monedas que la gente les ofrece, pero sobre todo del aprecio de quienes reconocen el valor simbólico y cultural de su música.

Melodías que resisten al olvido Aunque su repertorio es limitado, las canciones que emanan del organillo evocan momentos entrañables. Piezas como Las mañanitas, Cielito lindo o Sobre las olas suelen repetirse en distintas versiones. Estas melodías, grabadas en los cilindros mecánicos, se han mantenido intactas por décadas, funcionando como cápsulas del tiempo que conectan generaciones.

Algunos organilleros han intentado incorporar nuevas canciones al repertorio, pero la mayoría prefiere conservar las tradicionales, pues son las que el público reconoce y valora más.

Tradición en riesgo, pero no extinta El número de organilleros activos ha disminuido considerablemente. Muchos de los instrumentos están envejecidos y requieren reparaciones costosas, mientras que los repuestos son escasos y difíciles de importar. Además, la modernidad ha desplazado muchas formas de expresión callejera tradicional, haciendo más difícil la supervivencia de este oficio.

A pesar de estas dificultades, hay esfuerzos por conservar esta tradición. 

Algunas instituciones culturales, como el INAH, han impulsado campañas para sensibilizar a la población sobre la importancia del organillo como patrimonio intangible. 

Asimismo, algunos talleres artesanales tanto en México como en Alemania aún se dedican a reparar o fabricar partes para mantenerlos en funcionamiento.

Más que música: un símbolo de identidad El organillo no es solo una caja musical, sino un símbolo de identidad popular. 

Representa la permanencia de una forma de arte que no necesita pantallas ni tecnología digital para conmover. Es una muestra viva de cómo las tradiciones orales y sonoras siguen ocupando un lugar en la vida urbana.

Mientras haya personas dispuestas a girar la manivela y otras dispuestas a escuchar, el organillo seguirá sonando en México. Con cada melodía, se revive una parte del pasado y se reafirma el valor de lo que no debe olvidarse.

El Sonido 13: La audaz propuesta sonora que rompió con la música tradicional

29 de junio de 2025
Por: Luis Antonio Santillán Varela
En la historia de la música contemporánea mexicana, hay un concepto que se alza como uno de los más arriesgados y vanguardistas: el Sonido 13. Esta idea, desarrollada por el compositor Julián Carrillo, rompió con los esquemas tradicionales de la música occidental al proponer una expansión radical del sistema tonal conocido. Más que un descubrimiento, fue una revolución que buscó transformar la manera en que entendemos y percibimos el sonido.

Un hallazgo inesperado
Julián Carrillo, originario de San Luis Potosí, descubrió en 1895 que era posible dividir los semitonos en fracciones aún más pequeñas, algo impensable en el sistema musical convencional, que se basa en doce notas por octava. Este hallazgo lo llevó a concebir una teoría propia, que bautizó como “Sonido 13”, nombre simbólico para indicar el primer paso más allá de las doce notas tradicionales. A partir de entonces, Carrillo dedicó décadas a explorar esta nueva dimensión acústica. Dividió la octava en múltiples partes: 16, 32, 64 y hasta 96, lo que implicaba la creación de nuevos intervalos y una notación distinta. Para poder ejecutar estas microtonalidades, diseñó instrumentos únicos: pianos, violines y arpas especialmente modificados.

Una nueva manera de componer y escuchar
El Sonido 13 no solo implicó una ruptura teórica, sino también una transformación del lenguaje musical. Carrillo compuso centenares de obras utilizando su sistema, buscando expandir las posibilidades expresivas del sonido más allá de los límites conocidos. Una de sus composiciones más célebres, Preludio a Colón, fue interpretada en Nueva York en 1924, marcando un hito en la historia de la música experimental. Para Carrillo, el oído humano estaba condicionado por siglos de música construida bajo una lógica de doce sonidos. Su propuesta apuntaba a “liberar el oído” y abrir la percepción a frecuencias nuevas.
Críticas, incomprensión y perseverancia,.

A pesar de su tenacidad, la teoría de Carrillo no fue siempre bien recibida. Muchos la consideraban demasiado compleja o inalcanzable en términos de ejecución. Otros la veían como un experimento sin aplicación real. Sin embargo, su propuesta fue valorada por científicos, ingenieros acústicos y algunos sectores intelectuales, especialmente fuera de México. En su país natal, Carrillo fue una figura respetada pero también incomprendida. Fundó una escuela dedicada a su teoría en San Luis Potosí y dejó una gran cantidad de textos teóricos. Sin embargo, su obra permaneció durante décadas fuera del repertorio habitual de las salas de concierto mexicanas, opacada por el auge de corrientes como el nacionalismo musical.

Relecturas en la actualidad
En los últimos años, la figura de Julián Carrillo ha sido objeto de revaloración por parte de músicos y académicos interesados en las posibilidades del microtonalismo. Su trabajo es considerado hoy como pionero dentro de la música experimental, y las nuevas tecnologías permiten explorar su teoría con mayor precisión. Con la ayuda de software de composición digital y sintetizadores, los microtonos que Carrillo propuso —y que antes resultaban difíciles de interpretar— hoy son accesibles para nuevos compositores y estudiosos de la acústica musical.

Más allá de la teoría
El Sonido 13 sigue siendo una invitación a romper barreras auditivas. No se trata únicamente de una técnica musical, sino de una manera distinta de imaginar el sonido. Carrillo vislumbró un futuro donde la música no estaría limitada por escalas fijas, sino guiada por la sensibilidad del oído y la libertad creativa. En un contexto donde las fronteras artísticas se expanden constantemente, la propuesta del Sonido 13 cobra nueva relevancia. Nos recuerda que siempre es posible escuchar más allá de lo establecido, y que la innovación, aunque incomprendida en su momento, puede abrir caminos insospechados.

El violonchelo: la voz profunda de las cuerdas

Por: Luis Antonio Santillán Varela]

22 de junio del 2025

Pocas cosas conmueven tanto como el sonido del violonchelo. Este instrumento de cuerdas frotadas, conocido por su tono cálido y envolvente, se ha ganado un lugar privilegiado en la historia de la música por su capacidad de transmitir emociones con una intensidad única.

De aspecto elegante y proporciones generosas, el violonchelo se ubica entre el violín y el contrabajo en cuanto a tamaño y registro. Se ejecuta sentado, con el instrumento sostenido entre las piernas, mientras el músico utiliza un arco para hacer vibrar sus cuerdas. Esta técnica permite obtener un sonido que se asemeja notablemente a la voz humana, lo que explica su popularidad entre intérpretes y compositores desde hace siglos.

«El violonchelo tiene una voz que se asemeja al alma humana: puede cantar, llorar, susurrar y gritar», comentó en alguna ocasión el célebre violonchelista Pierre Fournier. «La belleza del chelo está en su capacidad de hablar directamente al corazón, sin necesidad de palabras».

Aunque sus orígenes se remontan al Renacimiento, fue durante el Barroco cuando el violonchelo comenzó a tomar relevancia como solista. Obras como las célebres Suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach marcaron un antes y un después, abriendo camino a un repertorio cada vez más sofisticado. En siglos posteriores, autores como Antonín Dvořák, Edward Elgar y Dmitri Shostakóvich enriquecieron su legado con conciertos que desafiaban tanto la técnica como la expresividad de los intérpretes.

Pero el violonchelo no se limita al ámbito clásico. Hoy es habitual encontrarlo en géneros tan diversos como el rock, el pop, el jazz y la música cinematográfica. Desde las versiones enérgicas de Apocalyptica hasta las delicadas melodías en películas como La lista de Schindler, este instrumento ha demostrado su capacidad para adaptarse a distintos estilos sin perder su esencia.

En la actualidad, solistas como Yo-Yo Ma, Sol Gabetta y Sheku Kanneh-Mason han llevado al violonchelo a nuevos públicos, combinando virtuosismo con sensibilidad y acercando su sonido a las nuevas generaciones.

Aprender a tocar el chelo requiere muchos años de dedicación y paciencia. Cada instrumento tiene un carácter propio, y dominarlo implica establecer una conexión casi personal. «Tocar el violonchelo no es solo una cuestión de técnica, sino de sinceridad emocional», afirma Fournier.

En un mundo cada vez más acelerado, el violonchelo nos recuerda el valor de la pausa, de la emoción pura que se expresa sin palabras. Con cada arco que roza sus cuerdas, este noble instrumento nos invita a sumergirnos en un universo sonoro que trasciende culturas, épocas y fronteras.

DON GIOVANNI: LA ÓPERA DE MOZART QUE DESAFÍA EL TIEMPO Y LA MORAL

POR: LUIS ANTONIO SANTILLÁN VARELA
JUNIO 15 DEL 2025
VIENA, SIGLO XVIII. EN UNA ÉPOCA MARCADA POR EL ESPLENDOR DE LAS ARTES Y EL PENSAMIENTO ILUSTRADO, WOLFGANG AMADEUS MOZART SORPRENDIÓ AL MUNDO OPERÍSTICO CON DON GIOVANNI, UNA OBRA QUE COMBINA COMEDIA, DRAMA Y FILOSOFÍA EN UNA SOLA PARTITURA. ESTRENADA EN PRAGA EL 29 DE OCTUBRE DE 1787, ESTA ÓPERA EN DOS ACTOS, CON LIBRETO DEL POETA ITALIANO LORENZO DA PONTE, HA RESISTIDO EL PASO DEL TIEMPO COMO UNO DE LOS GRANDES PILARES DEL REPERTORIO LÍRICO INTERNACIONAL.

INSPIRADA EN LA LEYENDA DE DON JUAN, DON GIOVANNI NARRA LA HISTORIA DE UN NOBLE SEDUCTOR QUE, TRAS UNA VIDA DE ENGAÑOS Y CONQUISTAS AMORALES, FINALMENTE DEBE ENFRENTARSE A LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS. PERO ESTA NO ES UNA SIMPLE HISTORIA DE CASTIGO MORAL: ES UNA EXPLORACIÓN PROFUNDA DE LA CONDICIÓN HUMANA, DE LA LIBERTAD, LA CULPA Y EL DESEO.

UNA PARTITURA CARGADA DE TEATRALIDAD
LO QUE HACE ÚNICA A ESTA ÓPERA NO ES SOLO SU ARGUMENTO, SINO EL MODO EN QUE MOZART LE DA VIDA A TRAVÉS DE LA MÚSICA. CADA PERSONAJE TIENE UNA VOZ PROPIA, NO SOLO EN LO LITERAL, SINO EN SU CARACTERIZACIÓN MUSICAL. DESDE EL TONO LIGERO Y MELÓDICO DE LAS ESCENAS AMOROSAS HASTA LA TENSIÓN OSCURA DEL FINAL, DONDE EL PROTAGONISTA ES CONFRONTADO POR UNA FIGURA SOBRENATURAL, LA MÚSICA ACTÚA COMO VEHÍCULO EMOCIONAL Y NARRATIVO.

DON GIOVANNI, CON SU ENERGÍA SEDUCTORA Y ARROGANCIA IMPLACABLE, REPRESENTA LA REBELDÍA CONTRA LAS NORMAS SOCIALES, MIENTRAS QUE SU CRIADO, LEPORELLO, SIRVE COMO CONTRAPUNTO CÓMICO Y, A LA VEZ, COMO CONCIENCIA EXTERNA. LA PARTITURA EQUILIBRA CON MAESTRÍA LO SERIO Y LO FESTIVO, LO HUMANO Y LO FANTÁSTICO.

UNA OBRA QUE NO PIERDE VIGENCIA

MÁS DE DOS SIGLOS DESPUÉS DE SU ESTRENO, DON GIOVANNI CONTINÚA PROVOCANDO DEBATE Y ADMIRACIÓN. LAS PREGUNTAS QUE PLANTEA —SOBRE LA IMPUNIDAD, EL PODER, EL REMORDIMIENTO— SIGUEN SIENDO RELEVANTES EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA. POR ESO, NO SORPRENDE QUE DIRECTORES DE ESCENA ACTUALES LA ADAPTEN A CONTEXTOS MODERNOS, UTILIZANDO LA FIGURA DEL PROTAGONISTA COMO SÍMBOLO DE CONDUCTAS ABUSIVAS O DE SISTEMAS CORRUPTOS.

CRÍTICOS, FILÓSOFOS Y PSICOANALISTAS HAN REFLEXIONADO SOBRE LA COMPLEJIDAD DE ESTA OBRA. ALGUNOS HAN VISTO EN ELLA UNA METÁFORA DE LA LUCHA ENTRE EL DESEO Y LA LEY; OTROS, COMO SØREN KIERKEGAARD, HAN INTERPRETADO A DON GIOVANNI COMO UNA FIGURA DEL HOMBRE ESTÉTICO, ENTREGADO AL PLACER SIN RESPONSABILIDAD.

MOZART, EN SU PLENITUD CREATIVA
COMPUESTA CUANDO MOZART TENÍA APENAS 31 AÑOS, DON GIOVANNI REPRESENTA UNO DE LOS PUNTOS MÁS ALTOS DE SU CARRERA. EN ESTA ÓPERA, EL GENIO AUSTRIACO DEMUESTRA NO SOLO UNA HABILIDAD EXTRAORDINARIA PARA LA MELODÍA Y LA ARMONÍA, SINO TAMBIÉN UNA COMPRENSIÓN PROFUNDA DEL TEATRO Y DEL ALMA HUMANA.

MÁS QUE UNA SIMPLE PIEZA DEL PASADO, DON GIOVANNI SIGUE VIVA EN LOS ESCENARIOS DEL MUNDO, DESAFIANDO A CADA GENERACIÓN DE INTÉRPRETES Y ESPECTADORES A ENFRENTAR EL DILEMA QUE PLANTEA: ¿PUEDE ALGUIEN VIVIR SIN ASUMIR LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS?

Jascha Heifetz: El genio del violín que transformó la música del siglo XX

Por [Luis Antonio Santillán Varela]

8 de junio de 2025. 

En la historia de la música clásica, pocos intérpretes han dejado una marca tan profunda y duradera como Jascha Heifetz. Su nombre es sinónimo de perfección técnica, disciplina interpretativa y un legado que sigue inspirando a violinistas en todo el mundo. A más de 30 años de su muerte, su figura continúa siendo objeto de admiración y estudio en los principales conservatorios del planeta.

Heifetz nació el 2 de febrero de 1901 en Vilna, ciudad que pertenecía al Imperio Ruso en ese entonces (actual Lituania). Desde muy pequeño mostró un talento extraordinario para el violín. A los tres años ya tocaba con soltura, y a los siete hizo su primera presentación pública con orquesta. Su formación estuvo guiada por uno de los grandes maestros del violín, Leopold Auer, quien también enseñó a otros virtuosos como Milstein y Elman.

Su llegada a Estados Unidos marcó un antes y un después en su carrera. Con apenas 16 años, hizo su debut en el Carnegie Hall de Nueva York en 1917, dejando al público y a los críticos sin palabras. Se dice que el violinista Fritz Kreisler, presente en la sala, exclamó con resignación: “Después de esto, todos deberíamos guardar nuestros violines”.

El estilo de Heifetz se caracterizaba por una ejecución impecable, una afinación extremadamente precisa y un timbre cristalino que se convirtió en su sello personal. Aunque algunos opinaban que su interpretación era demasiado calculada, la mayoría lo consideraba un modelo de excelencia. Su capacidad para transmitir emoción sin excesos expresivos lo distinguía de sus contemporáneos.

Durante su larga carrera, grabó una enorme cantidad de obras del repertorio clásico, incluyendo conciertos de compositores como Tchaikovsky, Sibelius, Beethoven y Brahms. También se interesó por la música de su tiempo, interpretando y estrenando obras de autores contemporáneos como William Walton y Korngold. Además, realizó arreglos de piezas populares y participó en grupos de música de cámara junto a figuras como Arthur Rubinstein y Gregor Piatigorsky.

Durante la Segunda Guerra Mundial, se unió a los esfuerzos artísticos para levantar el ánimo de los soldados aliados, ofreciendo conciertos en bases militares y hospitales. En sus últimos años, se dedicó a la enseñanza en la Universidad del Sur de California, transmitiendo su rigurosa visión musical a nuevos talentos.

Heifetz murió en 1987, pero su influencia perdura. Sus grabaciones son todavía referencia obligada para estudiantes y profesionales del violín. Su instrumento más querido, un Guarneri del Gesù fabricado en 1742, es recordado como parte de su leyenda.

En una época en la que la técnica se ha democratizado gracias a la tecnología y la educación global, el ejemplo de Heifetz sigue siendo un punto de referencia. Su nombre continúa representando no solo la destreza instrumental, sino también la búsqueda incansable de la perfección artística.

Felipe Villanueva: la sensibilidad musical que marcó el rumbo del romanticismo mexicano

Por: Luis Antonio Santillán Varela
25/05/2025

Felipe de Jesús Villanueva Gutiérrez, nacido el 5 de febrero de 1862 en Tecámac, Estado de México, es una de las figuras más representativas de la música mexicana del siglo XIX. Pianista, compositor y educador, su talento lo convirtió en una figura fundamental del movimiento romántico en el país.

Un talento precoz desde la infancia
Villanueva comenzó su acercamiento a la música desde muy pequeño. De manera autodidacta aprendió a tocar el violín y, a la edad de diez años, ya había compuesto su primera obra dedicada al cura Hidalgo. Su vocación lo llevó en 1873 a la Ciudad de México, donde intentó ingresar al Conservatorio Nacional de Música. Aunque fue rechazado, no desistió y optó por estudiar con maestros particulares, destacando entre ellos Antonio Valle.

Ascenso en la escena musical

Apenas adolescente, fue parte de la Orquesta del Teatro Hidalgo, donde tocaba el violín bajo la dirección de José C. Camacho. Con él también aprendió composición. En 1887, junto a músicos como Ricardo Castro y Gustavo E. Campa, fundó el Instituto Musical; una propuesta educativa que buscaba modernizar la enseñanza musical en el país.

Villanueva defendía la enseñanza de la música europea como base de formación académica. Introdujo a sus alumnos a los grandes compositores como Liszt, Chopin y Bach, y su prestigio como maestro le valió el reconocimiento de las clases altas de la época, que solicitaban sus servicios como profesor de piano.

Obras y estilo

Uno de sus mayores logros fue la composición del célebre “Vals poético”, una pieza de gran lirismo que se ha convertido en un emblema de la música romántica mexicana. Esta obra forma parte del repertorio esencial del piano en el país, junto a otras piezas notables como el “Vals Capricho” de Ricardo Castro o “Sobre las olas” de Juventino Rosas.
También compuso la ópera cómica Keofar, estrenada en 1892 en el Teatro Principal de la capital. Su catálogo incluye además mazurcas, polkas, marchas y piezas de cámara, que evidencian su gran versatilidad como creador.

Muerte prematura y legado duradero

El 28 de mayo de 1893, Villanueva falleció a causa de una neumonía, truncando una carrera prometedora a los 31 años. No obstante, su obra no fue olvidada. En 1945, fue homenajeado con el traslado de sus restos a la Rotonda de los hombres Ilustres en la Ciudad de México. Su ciudad natal, en reconocimiento a su legado, lleva hoy el nombre de Tecámac de Felipe Villanueva.

El impacto de Villanueva en la música mexicana sigue siendo relevante más de un siglo después. Su estilo, profundamente romántico y emocional, sentó las bases para el posterior desarrollo del nacionalismo musical. A través de su música y enseñanza, logró inmortalizar su visión artística y aportar a la consolidación de una identidad musical mexicana.

¿Escuchar a Mozart nos vuelve más listos? Lo que realmente dice la ciencia sobre este famoso efecto

Por: Luis Antonio Santillán Varela
11 de mayo de 2025
Durante décadas, ha circulado la idea de que la música clásica —y en especial la de Wolfgang Amadeus Mozart— puede potenciar nuestras capacidades mentales. Este fenómeno, conocido como el «Efecto Mozart», ha sido motivo de entusiasmo en aulas, guarderías y hogares, al punto de convertirse en un fenómeno cultural. Pero ¿qué tan cierto es que escuchar a Mozart mejora la inteligencia?
Un experimento que hizo historia
La noción del Efecto Mozart nació en 1993, cuando un equipo de investigadores liderado por Frances Rauscher publicó un estudio en la revista Nature. En él, se detallaba que algunos estudiantes mejoraron temporalmente su desempeño en tareas de razonamiento espacial después de escuchar una sonata de Mozart durante unos minutos.
La noticia no tardó en viralizarse. En poco tiempo, se multiplicaron los programas educativos y los productos destinados a estimular la mente de los niños a través de la música clásica. Incluso se entregaron discos compactos con obras de Mozart a recién nacidos en ciertos estados de EE. UU.
¿Qué han descubierto los estudios posteriores?
A lo largo de los años, varios investigadores han intentado replicar los resultados originales. Algunas pruebas arrojaron efectos similares, pero muchas otras no encontraron diferencias significativas. Hoy en día, la mayoría de los científicos coinciden en que el impacto de la música de Mozart ha sido sobredimensionado.
“La mejora que se observó en algunos estudios probablemente se deba a un aumento momentáneo en la atención y el estado de ánimo, más que a un verdadero incremento en la inteligencia”, explica la neuropsicóloga Ana María Jiménez.
¿Y si no es Mozart?
Al analizar más a fondo, muchos especialistas concluyen que el beneficio no proviene exclusivamente de las obras de Mozart, sino de escuchar música agradable en general. De hecho, investigaciones más recientes han demostrado que otros géneros musicales pueden provocar efectos similares, siempre que resulten placenteros para quien los escucha.
“Cualquier tipo de música que genere bienestar emocional podría tener un efecto positivo en la concentración o la resolución de problemas”, señala Jiménez.
La música sí tiene beneficios
Aunque el Efecto Mozart como potenciador intelectual puede no ser tan sólido como se pensaba, la música sigue teniendo un valor indiscutible. Escucharla o interpretarla favorece la memoria, la coordinación, la creatividad y ayuda a reducir el estrés. En el ámbito educativo, aprender música puede tener efectos duraderos en el desarrollo cognitivo de niños y jóvenes.
En resumen, aunque escuchar a Mozart no nos convierta en genios, disfrutar de la música —clásica o no— sigue siendo una excelente forma de estimular el cerebro y mejorar nuestro bienestar general.

«Stabat Mater» (Estaba la madre): Un Lamento que Traspasa los Siglos y los Estilos

Por [Luis Antonio Santillán Varela]
Desde los templos barrocos hasta las salas de concierto contemporáneas, el Stabat Mater ha sido una fuente inagotable de inspiración para compositores a lo largo de la historia. Este antiguo himno católico del siglo XIII atribuido al franciscano Jacopone da Todi, describe el sufrimiento de la Virgen María mientras presencia la crucifixión de su hijo, Jesucristo. El texto ha sido musicalizado por decenas de artistas que han sabido traducir su carga emocional a los más variados lenguajes musicales.

Giovanni Battista Pergolesi (1736)
Quizá la versión más célebre sea la de Pergolesi, compuesta poco antes de su prematura muerte a los 26 años. Escrita para soprano, contralto y cuerdas, su Stabat Mater combina la sobriedad litúrgica con una belleza melódica casi operística. Es una obra íntima, que parece flotar entre el dolor y la resignación, y que se ha convertido en emblema del barroco tardío.

Gioachino Rossini (1841)
Cien años después, Rossini —conocido por su maestría en la ópera— ofreció una versión grandilocuente, para coro, orquesta y solistas. Su Stabat Mater se aleja del recogimiento barroco para abrazar la emoción teatral. Cada número parece una escena operística, una oración en forma de aria, donde la Virgen María se convierte en una figura dramática y universal.

Antonín Dvořák (1877)
Para Dvořák, el Stabat Mater fue un refugio y un grito de dolor: escribió la obra tras la muerte de tres de sus hijos. Su versión, profunda y solemne, está escrita para gran orquesta, coro y solistas, y expresa tanto la tragedia personal como la fe en la esperanza. Es una de las piezas más intensas y conmovedoras del repertorio sacro romántico.

Francis Poulenc (1950)
Ya en el siglo XX, Francis Poulenc compuso un Stabat Mater tras la repentina muerte de un amigo cercano. El estilo de Poulenc mezcla disonancias modernas con armonías tonales, en una síntesis donde lo sagrado se mezcla con lo humano. Su obra evoca el misterio de la fe desde una óptica contemporánea y casi cinematográfica.

Arvo Pärt (1985)
Por último, el compositor estonio Arvo Pärt, ícono del minimalismo sacro, propuso una lectura completamente distinta. Su Stabat Mater es un canto lento y espiritual, casi detenido en el tiempo, para trío vocal y trío de cuerdas. En él, el silencio tiene tanto peso como el sonido, y cada nota parece una plegaria.

Un himno eterno

Estas versiones del Stabat Mater no solo muestran la evolución de la música sacra, sino también la universalidad del dolor y la compasión. Desde el barroco hasta el siglo XXI, el lamento de una madre ante la muerte de su hijo sigue resonando con fuerza, adaptándose a cada época, pero sin perder su esencia.

Porque el arte, como el sufrimiento, no tiene fronteras.

“Cristo en el Monte de los Olivos” Op. 85 (Christus am Ölberge, Op. 85) de Ludwig V. Beethoven.

Por Luis Antonio Santillán | Abril, 2025

El 5 de abril de 1803, Ludwig van Beethoven sorprendía al mundo con una obra singular y poco conocida: “Cristo en el Monte de los Olivos” (Christus am Ölberge, Op. 85), un oratorio dramático que refleja no solo el tormento de Jesús en Getsemaní, sino también los conflictos internos del propio compositor. El oratorio fue estrenado en el Teatro de Viena, como parte de un grandioso concierto que también incluía el estreno de la Segunda Sinfonía y el Tercer Concierto para Piano; sin embargo, la figura de Jesús en su momento más humano captó la atención del público vienés de manera inesperada.

Padre mío, si es posible, aleja de mí este cáliz; pero no sea como yo quiero, sino como sea tu voluntad.

“Cristo en el Monte de los Olivos”, se concentra en un instante crucial: la noche anterior a la crucifixión. Jesús, representado por un tenor, se encuentra solo, abatido por el miedo, pero finalmente resuelto a aceptar su destino. Un ángel (soprano) desciende a consolarlo, y un coro de soldados y discípulos aporta el contexto dramático. Beethoven no se basó en un texto bíblico literal. El libreto, escrito por Franz Huber, adapta el episodio evangélico con libertad poética, en una clara intención de subrayar el aspecto emocional y existencial del momento, más que su dogma religioso.

Mi alma está turbada

La obra destaca por su intensidad expresiva. La partitura, alterna entre la oscuridad del dolor y la luminosidad de la redención. En el aria “Meine Seele ist erschüttert” (“Mi alma está turbada”), el Jesús de Beethoven revela una angustia casi operística, cercana a los grandes héroes trágicos. El ángel, con su voz clara y celestial, ofrece un contraste de consuelo y promesa. El coro final, en un canto de victoria espiritual, anuncia que, aunque el sufrimiento es inevitable, la fe y el amor triunfan sobre el miedo.

El huerto de Getsemaní

El Huerto de Getsemaní, ha sido una fuente de inspiración profunda y constante en la música, especialmente en la música sacra. Representa uno de los momentos más íntimos y dramáticos de la Pasión: el instante en que Jesús, completamente solo, enfrenta su miedo, su humanidad y su misión. Jesús en Getsemaní es besado por Judas; esta era la señal previamente pactada, para que los soldados al llegar al huerto pudieran reconocerle de entre sus discípulos y así arrestarle. Cabe mencionar que Beethoven fue tocado profundamente por este hermoso pasaje bíblico, el cual representa una alta dimensión humana y filosófica.

El Concierto para Piano N.º 1 de Beethoven: Un Viaje de Alma y Creación

La recomendación musical para nuestros lectores, es escuchar el hermoso Concierto para Piano N.º 1 de Beethoven, en donde cada nota representa un susurro de valentía, un eco de transformación que nos invita a seguir la melodía de nuestro propio destino. 

Estrenada en 1800, esta obra no solo se alza como una pieza musical, sino como un canto a la libertad del alma, a la ruptura de las cadenas que nos atan a lo esperado, y al abrazo de lo nuevo, lo incierto, lo inexplorado. 

Es muy importante escuchar este concierto con pianistas expertos en Beethoven; puesto que, esto cambia radicalmente el nivel de apreciación de la obra; por lo que, recomendamos escuchar las versiones de Alfred Brendel, Maurizio Pollini y/o Claudio Arrau. Cualquiera de estas versiones nos garantiza un logro estético incomparable e insuperable, aún con las respectivas diferencias que las hacen únicas. 

El primer movimiento, Allegro con brio, es como un viento impetuoso que nos arrastra, desafiando cada duda, cada miedo. 

El piano se alza, como un guerrero, luchando contra las fuerzas que intentan detenerlo. Aquí, Beethoven nos enseña que el coraje se esconde en los momentos de mayor incertidumbre, cuando la oscuridad parece invadirnos, pero decidimos, como el compositor, avanzar con paso firme hacia la luz de nuestra propia creación. 

Luego llega Larghetto, con su suave respiro, como el suspiro de quien se ha perdido en la vorágine del mundo y, finalmente, se detiene. Aquí, en la quietud, encontramos la serenidad que emerge después de la tormenta. La melodía tranquila es un recordatorio de que, en medio del caos, también hay belleza, y que la calma es tan necesaria como la acción. 

Beethoven nos susurra al oído: hay fuerza en la quietud, hay poesía en el silencio. 

Y entonces, como un río que tras la calma se desborda en su caudal, llega el Rondo:
Allegro. En este tercer movimiento, la alegría se desborda en cada acorde, como una celebración del alma que ha superado sus propias sombras. Cada nota es un canto a la vida, un reflejo del triunfo que solo puede llegar tras la lucha interna. Este es el momento de la flor que finalmente se abre, del sueño que se materializa, de la canción que por fin se canta en libertad.

El Concierto para Piano N.º 1 no es solo música; es una danza entre lo humano y lo divino, una travesía del corazón que se eleva más allá de las limitaciones del cuerpo. Beethoven, como un arquitecto de emociones, nos lleva a través de un viaje donde la adversidad se convierte en belleza y la creación emerge de las profundidades del ser. 

Hoy, su obra nos habla, como si el compositor aún estuviera aquí, invitándonos a seguir nuestro propio viaje. A crear sin miedo, a ser auténticos, a romper con lo que nos limita. 

Como Beethoven, podemos transformar cada dificultad en una melodía, cada silencio en poesía, y cada paso incierto en un eco eterno de nuestra esencia. 

Que cada acorde de este concierto resuene en nuestro pecho, recordándonos que somos los compositores de nuestras vidas, y que, a través de cada desafío, podemos encontrar la armonía de nuestra propia voz.

MERCEDES SOSA (1935-2009); CANTANDO AL SOL COMO LA CIGARRA

POR: LUIS ANTONIO SANTILLÁN VARELA 

NADIE HUBIER IMAGINADO QUIZÁS QUE UNA MUJER DE RASGOS INDÍGENAS Y SEMBLANTE HUMILDE; DEDICADA A SER PROFESORA DE DANZAS, PUDIESE HOY EN DÍA SER CONSIDERADA LA VOZ DE LATINOAMÉRICA EN EL MUNDO. 

LA “NEGRA” SOSA, COMENZÓ CANTANDO PARA SUS AMIGOS EN SU NATAL SAN MIGUEL DE TUCUMÁN (ARGENTINA) Y CONTINUÓ HACIÉNDOLO ASÍ HASTA EL FINAL DE SU VIDA. SIN HABER CUMPLIDO AÚN VEINTE AÑOS, GANA UN CERTAMEN CON LA SAMBA “TRISTE ESTOY” COMPUESTA POR MARGARITA PALACIOS, CUYO PREMIO CONSISTIÓ EN UN CONTRATO POR DOS MESES PARA CANTAR EN UNA RADIO DIFUSORA LOCAL, CON LO CUAL SE EMPIEZA A AR A CONOCER COMO CANTANTE. A COMIENZOS DE LOS AÑOS SESENTA, MERCEDES ES CONSIDERADA COMO UNA DE LAS MEJORES REPRESENTANTES DEL “MOVIMIENTO DEL NUEVO CANCIONERO”, UNA CORRIENTE RENOVADORA QUE LLEGÓ DESDE MENDOZA Y QUE PROPONÍA ENTRE OTRAS COSAS DEJAR DE CANTAR AL PAISAJE Y, EN SU LUGAR, CANTAR EL SENTIR COTIDIANO TAN ENDURECIDO DEL HOMBRE Y LA MUJER DEL CAMPO. 

SU BRILLANTE PARTICIPACIÓN EN EL “FESTIVAL NACIONAL DE FOLKLORE, COSQUÍN 65”, PROPICIA LA GRABACIÓN DE SU PRIMER DISCO AL AÑO SIGUIENTE, CON LO QUE SE PROYECTA A LA FAMA GANÁNDOSE ALGUNOS SOBRENOMBRES COMO EL DE “LA VOZ DE LA ZAFRA”.

LAMENTABLEMENTE, LA REPRESIÓN POLÍTICA QUE VIVIÓ LA ARGENTINA DE LOS AÑOS SETENTA TERMINA POR OBLIGAR A LA “NEGRA” A EXILIARSE EN 1978, DESPUÉS DE SER PERSEGUIDA Y CUESTIONADA EN MÚLTIPLES OCASIONES POR LOS MENSAJES DE SUS CANCIONES.

EL PROFUNDO AMOR Y FERVOR QUE SIEMPRE TUVO POR SU PAÍS, LE HACEN VOLVER EN EL AÑO 1982 PARA DAR TRECE RECITALES EN EL TEATRO ÓPERA DE BUENOS AIRES, EN LOS CUALES FUE ESCUCHADA POR PRIMERA VEZ POR MUCHOS JÓVENES QUE NO LA CONOCÍAN Y SU IMPACTO EN ELLOS FUE BRUTAL. 

“CANTANDO AL SOL COMO LA CIGARRA, DESPUÉS DE UN AÑO BAJO LA TIERRA, IGUAL QUE SOBREVIVIENTE QUE VUELVE DE LA GUERRA”, ES EL ESTRIBILLO DE LA EMBLEMÁTICA CANCIÓN DE MARÍA ELENA WALSH “COMOLA CIGARRA”. ESTA CANCIÓN INTERPRETADA SIN PARANGÓN POR MERCEDES SOSA, ES UNA METÁFORA DE LA VIDA Y TAMBIÉN UN HIMNO AL VALOR, AL ORGULLO Y A LA LIBERTAD.

MERCEDES SOSA, ACTUÓ EN EL LINCOLN CENTER Y CARNEGIE HALL DE NUEVA YORK, MOGADOR DE PARÍS Y EN CASI TODA EUROPA CON GRAN ÉXITO; ASÍ MISMO, GANÓ IMPORTANTES PREMIOS COMO LA “ORDEN DE LAS LETRAS Y DE LAS ARTES DE FRANCIA” EN EL GRADO DE COMENDADOR, TAMBIÉN LA “ORDEN DEL MÉRITO” EN ALEMANIA Y LA MEDALLA AL MÉRITO CULTURAL DE ECUADOR ENTRE MUCHOS OTROS. 

SUS INTERPRETACIONES HAN CONFLUIDO CON DIVERSOS GÉNEROS MUSICALES, SIN DEJAR NUNCA DE HABER TENIDO UN EXQUISITO GUSTO PARA ESCOGER SUS CANCIONES; SUS MENSAJES HAN MOTIVADO A PUEBLOS ENTEROS A ESCUCHAR LAS RAÍCES DE SU TIERRA Y A CONSERVAR SU IDENTIDAD; EL ENCANTO DE SU VOZ A CAUTIVADO A PÚBLICOS QUE SIN COMPRENDER LA COMPLEJIDAD DE SU POESÍA, INTUYEN LA PROFUNDIDAD Y EL VALOR ESTÉTICO DE SU ARTE; SU VALOR COMO SER HUMANO HA PERMITIDO DAR A CONOCER AL MUNDO A NUEVOS ARTISTAS COTERRÁNEOS SUYOS, QUE HOY EN DÍA TIENEN UN LUGAR GANADO MÁS ALLÁ DE SUS FRONTERAS. SE NECESITAN TANTAS COSAS PARA TRASCENDER EN EL MUNDO Y SER REFERENTE DE UN PUEBLO, DE UNA RAZA Y DE TODO UN CONTINENTE COMO LO FUE MERCEDES SOSA; PERO LA MÁS IMPORTANTE Y DIFÍCIL DE TODAS, ES TENER EL CORAZÓN PARA NO DESISTIR, PARA HACER ALGO DIFERENTE A LOS DEMÁS, PARA ROMPER TODOS LOS LÍMITES Y NO DEJAR DE AMAR NUNCA SU LABOR; ESE CORAZÓN, SIEMPRE LO TUVO LA “NEGRA”.